CARTAS DE LECTORES - LA NACIÓN, 02/02/09
Ofendido
Señor Director:
"El ministro Florencio Randazzo ofende a los argentinos cuando habla sobre el conflicto del campo. De las vacas lo único que tengo es una colita de cuadril en el freezer; de la soja, sólo brotes para la ensalada, y de los granos, sólo pan para las tostadas, pero el ministro cree que somos estúpidos y no entendemos las ofensas, las dilaciones, y el diálogo no existe y son parte de este gobierno.
Cuando dice que son unos pocos productores, yo le preguntaría dónde estaba cuando se hizo el acto frente al Monumento a la Bandera, en Rosario, el pasado 25 de mayo, o frente al Monumento de los Españoles. Seguramente, mirando el canal de Cartoon Network para chicos. Ah, y como los senadores sigan renunciando al bloque, no quedará nadie para apagar la luz, y así van a poder ahorrar unos pesitos con los últimos aumentos de las tarifas."
Enrique Borensztein
boren@fibertel.com.ar
No invocar a Dios
Señor Director:
"Concuerdo con la carta de la señora Voguet de Luchetti, publicada el sábado 21/2, en la que dice que no hay que invocar a Dios en vano.
"Siguiendo con su observación, me pregunto: ¿para qué se sigue utilizando el juramento cuando se accede a la presidencia: «Si así no lo hiciere, Dios y la patria me lo demanden»? ¿Cuántos que no cumplieron fueron demandados? No sería mejor hacer como la doctora Bachelet cuando accedió a la presidencia de Chile, que puso la mano sobre la Constitución y dijo: «La voy a respetar». Y en Chile no hay fueros, ni para la presidenta ni para el último ciudadano.
"¡Qué ejemplo!, ¿no?"
Etelvina Ramos Urquiza
Juncal 2949, Capital
Tiempos de esfuerzos
Señor Director:
"En «Tiempo de esfuerzos» (LA NACION, 10/2, Pág. 17), el señor Carlos Conrado Helbling, poniéndonos como ejemplo la formidable recuperación de Alemania después de la II Guerra Mundial, nos exhorta a todos los argentinos a reemprender el camino del progreso.
"La situación de ambos países era, por entonces, diametralmente opuesta, lo que aumenta exponencialmente la diferencia de actitudes. Alemania, arrasada, logró, en pocos años, con el ciclópeo esfuerzo de sus habitantes y la inteligencia de sus dirigentes, reinsertarse en el denominado Primer Mundo. La Argentina, a la sazón incólume y con envidiables reservas, logró, en pocos años, dilapidarlas y descender al Tercer Mundo. Alemania trata de dejar atrás el trágico recuerdo del nazismo. La Argentina trata de mantener vigente el populismo, responsable inicial y perdurable de nuestra decadencia.
"Hemos desoído entonces y seguimos desoyendo ahora el sabio consejo del filósofo español Ortega y Gasset cuando nos visitó el siglo pasado: «Argentinos, a las cosas»."
Humberto Juan Pizzi
LC 4.765.476