15 jul 2010

BIPOLARIDAD PRESIDENCIAL

BIPOLARIDAD PRESIDENCIAL

Resumiendo y simplificando, la bipolaridad es un trastorno de la conducta humana caracterizado por estados de ánimo opuestos y extremos: de la depresión se pasa a la euforia, de la alegría a la tristeza, en forma exagerada y durante períodos de tiempo alternados.

Se dice que Cristina Fernández de Kirchner presenta patrones de conducta bipolar. Si bien desconocemos si la presidente padece realmente esta patología, con el título de este artículo queremos referirnos a su comportamiento con respecto a la política nacional interna y externa.

La política económica del gobierno muestra algunos rasgos llamativamente “bipolares”. Por un lado se nos presentan altísimos índices de producción y recaudación y bajísimos índices inflacionarios. Por el otro lado, los expertos económicos, las consultoras y el mismo Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Indec, contradicen las cifras del ministerio de economía, de los funcionarios y de la misma presidente, quien, para convencer a la población sobre la verdad de los números, necesita de discursos, balcones, palcos, actos partidarios y fuerzas de choque movilizadas, entre otros, por dos personajes poco afectos al trato cordial y pacífico: Luis D’Elía y Guillermo Moreno.

En lo que hace a la política social, con "matriz de distribución igualitaria”, por un lado se verifica la entrega de 600 millones de pesos para el fútbol “para todos” y la estatización de nuestra línea aérea de bandera, pero los fondos provienen de la Anses. Es decir, se roban los dineros de los jubilados para destinarlos a la “clientela” kirchnerista del inmenso conurbano bonaerense, un baluarte indiscutido de la política K, que paga con dádivas diversas los plantones y los votos de la gente humilde y desposeída. A cambio, los jubilados podrán ver fútbol gratis y viajar en avión con alguna rebajita.

Otro de los comportamientos “bipolares” de Cristina se puso de manifiesto cuando expresó que Dios la había elegido para que fuese la presidenta del bicentenario, pero se negó a asistir a los oficios religiosos en el aniversario de nuestra independencia, no fuera que Dios le pidiera algo más, le exigiera algo a cambio, o la reconviniera por alguna conducta incongruente.

Los enfrentamientos con la iglesia, los militares y el campo también tienen sus contrastes exagerados. En el tema agropecuario, la guerra declarada a los productores en general y a los sojeros en particular tuvo como contrapartida la cosecha récord de esta oleaginosa y el efecto opuesto al discurso de la presidente: en lugar de mermar, el área sembrada con el “yuyo” aumentó considerablemente. Como la actividad agropecuaria y las retenciones a la soja son un importante sostén de la caja kirchnerista, era menester hacer las paces con el sector y dar marcha atrás en algunos temas urticantes.

Sin embargo, como consecuencia de las erradas políticas de la actual administración en materia de comercio exterior, los chinos se negaron a comprar el aceite de soja de fabricación nacional, que ahora deberá encontrar nuevos mercados. Para intentar destrabar el tema y “aceitar” las relaciones con el gigante asiático, Cristina se trasladó hasta China, pero en lugar de vender soja terminó comprando trenes. Y para colmo obsoletos, el material de descarte, aunque esta vez no fue a través de ninguna embajada paralela, sino personalmente, endeudando nuevamente al país por altísimas cifras, que pagaremos entre todos los argentinos, los usuarios de los trenes, los cartoneros, los pobladores del Impenetrable, usted y nosotros.

En lo que hace a las relaciones internacionales, Cristina Fernández se ha declarado abiertamente a favor de la paz, de la no beligerancia y de la reducción de armas nucleares. Pero, por detrás, se ha aliado o manifestado su apoyo a algunos personajes siniestros que propugnan el terrorismo internacional: el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, Hugo Chávez, Fidel Castro, Mouammar Kadhafi, o las FARC.

Tal vez lo más irritante de la conducta presidencial bipolar sea el desmesurado incremento de la fortuna del matrimonio K, que no deja de aumentar desde que ambos se encuentran en la función pública, mientras en ciertos rincones del país, por ejemplo la provincia del Chaco, los alarmantes índices de hambre y pobreza ya se han cobrado la vida de algunos integrantes de la comunidad toba, como Rosa Molina, que falleció hace dos años por desnutrición. Tenía la misma edad que Cristina Fernández, pero pesaba solamente 27 kilos.

La “bipolaridad” presidencial afecta seriamente su credibilidad interna y externa, ya que su discurso va por un lado y su conducta por otro. Lo más grave es que nos afecta en nuestra vida cotidiana a todos los argentinos. Sería conveniente que la señora presidenta mostrara una imagen transparente, que fuera el espejo de una conducta intachable, de estricta coherencia entre sus dichos y sus hechos, y que sirviera de ejemplo a sus gobernados, recordando que no sólo hace falta ser bueno sino también parecerlo.

Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz

8 jul 2010

9 de julio de 1816 - Declaración de la Independencia Argentina

LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD

A raíz de la inusitada difusión de nuestro artículo anterior y ante la imposibilidad de responder individualmente la enorme cantidad de comentarios recibidos -a favor y en contra- aprovechamos este nuevo aniversario de nuestra Independencia para elaborar algunas reflexiones.

A la gran mayoría de ellos, que fueron positivos, muchas gracias. A los que con altura lo han rechazado, muchas gracias. Y a los que respondieron con insultos y descalificaciones, gracias también. Nuestro blog refleja un modo de ver la realidad del país, la nuestra, pero estamos abiertos a todo pensamiento serio, aunque se enfrente con el nuestro. En el primer párrafo del artículo decíamos que sabíamos que sería polémico. Así es la democracia, y sólo así podremos crecer.

Los dos pilares del sistema republicano, en el que queremos vivir, son la división de poderes y la libertad de expresión. Así lo han entendido aquellas naciones en el mundo con las que compartimos un presente soberano.

Así lo entendieron también los diputados provinciales que se reunieron en Tucumán a mediados de 1816 y que proclamaron al mundo nuestra independencia de España. De la misma manera se pronunciaron años más tarde los constituyentes que, reunidos en Santa Fe, nos dejaron como legado una Carta Magna en la que están enumerados nuestros deberes y derechos.

En la primera parte de nuestra Constitución se establecen desde ese momento y para siempre los derechos inalienables de los ciudadanos argentinos, concretando uno a uno los deseos expresados en el magnífico Preámbulo, que invita a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Algunos ejemplos son los artículos 14, 16, 17, 18, 19 y 32, en el que, debido a las limitaciones tecnológicas de la época sólo se habla de la libertad de “imprenta”.

Además de proclamar la igualdad ante la ley y la abolición de cualquier prerrogativa de sangre, la sabiduría de aquellos hombres, que ofrendaron sus conocimientos y su tiempo antes (1816) y después (1853) de los sangrientos enfrentamientos internos que nos dividieron durante varias décadas, quiso dejarnos como herencia una Patria generosa y justa, grande y soberana. En alguna antigua moneda argentina solía leerse “En unión y libertad”, deseo expresado también por José Hernández en nuestro poema nacional, el Martín Fierro: “los hermanos sean unidos…”.

Los prohombres de la Patria, aquellos próceres lejanos, con sus virtudes y defectos, nos legaron la vocación de asumir la responsabilidad que a cada uno le cabe en la sociedad. Como periodistas entendemos que la nuestra es actuar como contrapeso a las acciones de los gobiernos de turno, promoviendo la participación de todos los sectores sociales en la construcción del presente ciudadano, siendo la voz de los que no tienen voz, escuchando y haciéndonos oír en el marco del respeto a pesar del disenso, porque la riqueza se obtiene de la pluralidad.

En aquellos lugares donde la democracia es una utopía, como el caso de Cuba -donde no queremos vivir-, la división de poderes y la libertad de expresión son inexistentes, mientras que los medios de comunicación -al igual que todos los resortes del Estado- responden a la férrea dictadura castrista, que asfixia las voces en disidencia o les impone la censura previa.

Los ideales de los hombres que forjaron el país y los de todos los que trabajaron y trabajan silenciosamente por su grandeza están plasmados en los versos de nuestro himno nacional, con los que titulamos esta columna:

Oíd mortales el grito sagrado:
libertad, libertad, libertad.

El aprendizaje de la vida en libertad supone un inmenso desafío: el respeto por los derechos de todos los que habitamos este suelo, entre los que está incluida la libertad de expresión. Fue por la libertad que lucharon nuestros próceres, y por ella dieron la vida. El precio de la libertad es muy alto, es cierto, pero sin ella no vale la pena vivir, como remata también nuestro himno nacional:

Coronados de gloria vivamos
¡o juremos con gloria morir!

Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz

5 jul 2010

GANÓ ARGENTINA

GANÓ ARGENTINA

No dudamos de que el título y el desarrollo de este artículo van a ser polémicos.

A pesar de haber caído por goleada alemana en el campeonato mundial de fútbol de Sudáfrica 2010, Argentina ha ganado.

Perdió un seleccionado que llevaba nuestros colores por fuera, pero que tenía la impronta kirchnerista por dentro. La señora presidente soñaba con la Plaza de Mayo atestada de incondicionales admiradores (de los que vienen por el "jornal" de vino y sándwich), y un balcón compartido con Néstor, Maradona y Estela de Carlotto, entre otros emblemas de la "cultura" nacional actual. Una imagen que quedaría en la memoria colectiva por años y años. Choripán y circo del bicentenario. Ni pensar lo que hubiera sido el palco en Johannesburgo, con el discurso de la victoria del "modelo económico, político, social y deportivo" de Cristina -que todo el planeta debería implementar inmediatamente-, en caso de haber ganado el campeonato.

El fútbol es un deporte y, esencialmente, un juego. Pero ciertos países -y el nuestro no es la excepción- lo toman como una guerra, en la que los triunfos significan una conquista incuestionable del "modelo de gobierno" de turno. Así en 1978 como en 2010.

No. Argentina no perdió. Ha obtenido un triunfo resonante.

Don Diego, después de violentarse con algunos simpatizantes alemanes, se retiró humillado del estadio. Nosotros nos hemos sentido humillados desde el comienzo de esta ridícula puesta en escena. Nos humillan los 600 millones destinados al fútbol y robados a los jubilados. Nos humilla un presidente vitalicio de la AFA que no ha hecho más que vivir del erario público. Nos humillan los cientos de miles de decodificadores pagados con el sudor de los que trabajan y distribuidos a la "clientela" electoralista. Nos humilla un director técnico soberbio, pedante y maleducado, que está convencido de que es dios. Nos humilla la presencia de Estela de Carlotto en Sudáfrica para autopromover su indecente candidatura al Premio Nobel de la Paz. Nos humillan los barrasbravas, cuya presencia en el continente africano "nadie" puede explicar, como tampoco su conducta violenta y su consecuente deportación.

Diego Armando Maradona fue en otra época, y sin duda alguna, un superdotado en sus piernas, aunque los dotes en el otro extremo de su cuerpo parecen inversamente proporcionales. A él le debemos una copa mundial obtenida con trampa, por la viveza criolla que pasó a la historia como "la mano de Dios", y también la bochornosa expulsión de otro mundial a raíz de su adicción a las drogas.

No llama la atención lo que los diarios del mundo publican ahora sobre "el 10". Queda claro que es repudiado en todo el universo, a excepción de su país natal. Simplemente está cosechando su siembra: el fruto de su desprecio histórico hacia el resto de los mortales.

Ser excluidos del campeonato mundial de fútbol significó quitarles el caramelo de la boca al populista matrimonio presidencial, al inmoral presidente de la AFA, a la dudosa abuela Carlotto y al fracasado Director Técnico de la selección nacional.

Maradona ha dejado sin libreto a la presidente y a su cohorte de funcionarios inútiles y corruptos. ¿Qué hará ahora la primera magistrada? ¿Cómo seguirá la obra? ¿A quién acusará de haberle "secuestrado los goles"? ¿A la Fifa? ¿A los sudafricanos? ¿A Messi?

A Maradona, ciertamente no.

A Maradona sólo le cabe la derrota de la selección nacional en la copa del mundo e, irónicamente, el extraordinario triunfo de Argentina.

Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz