15 oct 2008

CARTA DE LECTORES en LA VOZ DEL INTERIOR, 15/10/08

Julio A. Roca y una polémica abierta

Escribo en relación a la iniciativa de la concejala Teresa Saravia de cambiar el nombre de la avenida Julio A. Roca, acusando al militar de genocida por lo hecho en la campaña de la conquista del desierto. Sostener que en esa campaña hubo un genocidio indica en algunos casos desconocimiento del tema, y en otros la intención de deformar los hechos.

Esa campaña se realizó después de un gran sacrificio de vidas, tanto de pobladores como soldados de frontera en una larga guerra de tres siglos frente a algunas tribus (no todas) que recurrían al robo como único medio de subsistencia. Para advertir la magnitud del problema que terminó con esa campaña, baste mencionar que en la expedición realizada por Rosas en 1833 se rescataron más de 3.500 cautivos; que en un malón que arrasó Tandil, Azul, Tapalqué y Alvear en diciembre de 1875, solamente en Azul hubo 400 pobladores muertos, 500 cautivos (mujeres y niños), y el arreo robado fue de 300 mil cabezas de ganado. En otro malón posterior, sólo en Pergamino los cautivos fueron 300.

La magnitud de esta guerra se advierte revisando las cifras del combate de San Carlos (8 de marzo de 1872) entre la indiada que comandaba Calfucurá y los hombre que pudo juntar el general Rivas: el cacique condujo un malón de seis mil “indios de lanza” durante varios días por los partidos de Alvear, 25 de Mayo y 9 de Julio, juntando un arreo de 200 mil cabezas, llevándose 500 cautivos y dejando 300 pobladores muertos. Rivas lo enfrentó cerca de la actual Bolívar (provincia de Buenos Aires) con 1.800 hombres entre soldados, paisanos agregados a último momento e indios amigos.

El territorio argentino dominado por esas tribus y recuperado en la campaña de Roca fue de aproximadamente un millón de kilómetros, y ocurrió a tiempo, ya que Chile ya estaba realizando actos posesorios en esas zonas. Las cifras y los hechos constan no sólo en los detallados informes que se hicieron, sino en relatos de cronistas e historiadores de la época. Las cifras de muertos en esos combates se aproximan a 10 por ciento de la población de cada tribu, por lo que no existió un genocidio ni hubo guerra de exterminio.

Por otra parte, la concejala se equivoca al incluir en el tema a los comechingones, que por su naturaleza pacífica y laboriosa se mezclaron con la población y no fueron combatidos. Invocar un genocidio inexistente para cambiar el nombre de una calle, es deformar la verdadera historia argentina.

Alfonso José Buteler