29 jun 2008

CARTA DE UN JOVEN ARGENTINO A LA PRESIDENTA

Ludwigsburg, Alemania, 28 de Mayo del 2008

Sra. Presidente de la Nación Argentina.

De mi mayor consideración:

Me dirijo a la Señora Presidente en mi carácter de ciudadano representado por Ud. en el gobierno de nuestro país. Antes que nada le pido disculpas por robarle estos escasos pero valiosos minutos de su tiempo para leer mi carta. Sucede que al celebrarse el 25 de mayo me sentí obligado a transmitirle lo que hoy siento y veo en nuestra querida Patria.
Mi nombre es Juan Pablo Montiel Meurer, tengo 31 años y soy ingeniero mecánico especializado en automotores. En marzo del 2001 (luego de finalizar mis estudios en Buenos Aires) vine a vivir a Europa (Francia) como motivo de una beca de estudios por la que concursé y gané. Mi objetivo fue siempre el mismo, “especializarme en el lugar donde se diseñan los automóviles para luego poder volcar esa experiencia en Argentina”.
Es así que luego de cursar el ultimo año de ingeniería mecánica en arquitectura de vehículos en la
ENSIETA (Ecole Nationale Supérieure des Ingénieurs des Etudes et Techniques d´Armement) tuve una propuesta para trabajar en una empresa multinacional especializada - entre otras cosas- en el diseño del sistema de frenos para automóviles. Un año mas tarde, fui trasladado a Alemania (donde se ubica la casa central) donde comencé a diseñar para las mas reconocidas marcas a nivel mundial y en especial las grandes marcas Alemanas. Hoy puedo decir que a nivel profesional estoy realizando los sueños que tenía. En pocos días dejare los frenos y comenzare a trabajar en el diseño y puesta a puntos de motores para la más prestigiosa marca de autos deportivos italianos.

Usted podrá imaginar (y con razón) que estoy satisfecho con lo que logré hasta ahora, y que tengo muchas expectativas en mi futuro inmediato. Esto es verdad, pero al mismo tiempo señora Presidente, estoy preocupado. Mi preocupación no pasa por mis desafíos profesionales aquí en Europa, ni tampoco por mi vida personal lejos de casa. Mi preocupación radica en no poder cumplir el sueño de volcar toda mi experiencia y conocimientos en nuestro querido País. Veo que el objetivo de esta gran aventura mía puede quedar realmente truncado; como objetivo personal no seria grave ya que podría cambiarlo –con gran dolor- por otro. Lo preocupante seria pensar que el objetivo no se puede cumplir porque el país no es capaz de avanzar, desarrollarse y crecer.
Es por esto señora Presidente que hoy le escribo esta carta. Antes de seguir me gustaría comentarle que no tengo preferencia política alguna.
Creo que tanto los partidos políticos como la mayoría de sus miembros ya no siguen ideologías, pensamientos ni objetivos de bien común para los argentinos. De la misma manera me gustaría decirle abiertamente que no la vote a usted y tampoco lo haría en el futuro, si bien la respeto como Presidente su manera de pensar y de actuar distan mucho de las mías. Creo que tal vez compartamos un mismo objetivo pero no las formas de llegar a él. Podrá deducir de esto que la intención de esta carta no es ni alabar ni atacar a su gobierno sino transmitirle lo que yo, a mis 31 años y a la distancia siento y observo.
Los argentinos como cualquier otra sociedad tenemos virtudes y defectos. Como puntos fuertes podría citar el ingenio y la creatividad y si ahora tuviera que enumerar algunos defectos empezaría con el poco respeto (a las personas y las leyes) que tenemos, el oportunismo, el individualismo, la soberbia, y creo que lo más conveniente seria terminar la lista ahí.

Para gran sorpresa mía, me llevo mucho tiempo encontrar solo dos virtudes y casi nada encontrar tantos defectos. ¿Que nos sucede a los argentinos? ¿Tan malos somos?. Los sociólogos y gente especializada podrán responder eso ya que yo no me siento capacitado para hacerlo. Lo que veo señora Presidente es que los argentinos tenemos un serio problema de “actitud”. Este problema explica muchos de los defectos antes mencionados y puede ser cambiado de una sola manera, desde la educación.

Con esto no me refiero a saber de historia, literatura, física, matemáticas, música ni ninguna otra ciencia o disciplina. La educación a la que me refiero es la básica, que se aprende en el hogar, que nos dan como ejemplo nuestros padres y que con el transcurso del tiempo y de los estudios deberíamos ir desarrollando y perfeccionando. Esta educación es la base de las futuras riquezas (intelectuales, personales, económicas, etc.) que como personas podamos ir alcanzando en el transcurso de la vida.

Es aquí donde nuestras formas de pensar son diametralmente opuestas señora Presidente. Usted busca “redistribuir” la riqueza ajena y yo busco que cada uno tenga lo que merece tener
de acuerdo al esfuerzo y empeño que puso. ¿Que sucedería si en una clase, luego de dar un examen, la mitad de los alumnos fueran aplazados con un “dos” y la otra mitad aprobada con un “diez”? Si el maestro obrara como corresponde, solo la mitad del curso pasaría al año siguiente. Si la maestra fuera usted, todos aprobarían con un rasposo seis. No cabe dudas que aquellos que sacaron un “dos”, tendrán problemas al año siguiente y su futuro no dependerá de su sabiduría (riqueza en este caso fruto del estudio y esfuerzo) sino de la benevolencia del futuro maestro para seguir regalándoles nota en pos de “que terminen el colegio”. Creo que para usted el mérito y el premio no tienen valor alguno.

Si este ejemplo de “redistribución” de la riqueza intelectual no le es suficiente, quisiera darle otro corto ejemplo más contundente con el cual podría entender mi manera de pensar. Me voy a permitir usar el caso suyo, ya que es de público conocimiento. De acuerdo a las declaraciones juradas del año 2006 su patrimonio hasta esa fecha (de usted y su familia) asciende a aproximadamente 8millones de pesos. Si consideramos que en la argentina viven aproximadamente 36 millones de personas, esto daría como resultado que el esfuerzo de toda su vida laboral equivale a regalarle (en un pago único) $0,22 a cada argentino. Si usted esta dispuesta a regalar lo que tanto esfuerzo le costo para darle esa suma a cada argentino, pues bien, nadie se lo impide. Usted no demuestra querer “redistribuir” sus bienes a pesar de lo mucho claudica, pero no la critico, porque yo tampoco lo haría. Esta claro que esto no es ninguna solución sino un disparate.

Señora Presidente, el “no tener” no es excusa para recibir nada a titulo de regalo y a costa de los esfuerzos ajenos. Por el contrario, el “no tener” debería ser el motivo por el cual habría que levantar la cabeza, trabajar y esforzarse para ser alguien en la vida. Esta es la manera en que alguien puede asegurar las necesidades básicas a su familia y también empujar al país hacia adelante.

No caben dudas de que el Estado tiene la obligación de brindar educación a toda su población. Es aquí donde los pobres, los que viven en una situación marginal o incluso aquellos que vienen de una familia donde no recibieron educación, deben tener el mayor apoyo que pueda brindarse. Pero este apoyo debe ser constructivo, pensando en el bienestar de la persona y de su desarrollo futuro, y no basado en planes clientelistas que los mantiene en la mas profunda ignorancia a cambio de unos pocos pesos. ¿Que necesita nuestro país? ¿gente educada, con proyectos, con ideas, con sueños? ¿o piqueteros?. Espero que coincidamos en la respuesta.

El problema de “actitud” que mencioné anteriormente se ve reflejado -entre otras cosas en esta manera de “redistribuir” nivelando para abajo y no para arriba, además de no promover el progreso personal como objetivo principal. Con esta actitud y mentalidad hoy estamos en serios problemas y mañana estaremos sin lugar a dudas mucho peor.

Le pido a usted que como Presidente de la Nación deje de enfrentar a los argentinos con argumentos que no conducen a nada. Promueva medidas que cambien esta “actitud” para que así cada uno de los argentinos tenga lo que realmente se merece y dejemos de ser victimas del pasado, para así mirar de una vez por todas el futuro y poder construirlo de la manera que todos queremos.

En esta fecha tan importante pienso ¿que dirían nuestros grandes próceres al ver el país actual que tenemos? ¿es esto por lo que lucharon?”

Don José de San Martín le dijo a su hija Mercedes en 1830: “La patria en eterna guerra civil y anarquía es lo que me hace sufrir, cuando considero que tanta sangre y sacrificio no han sido empleados sino para perpetuar el desorden; se llena el alma del mas cruel desconsuelo. No ves ahora mismo lo que sucede en nuestro pobre pueblo? Las referencias que me llegan de Buenos Aires no dejan la menor esperanza de arreglo entre federales y unitarios, y la cuestión debe decidirse con ríos de sangre. Así nunca podré volver a mi patria, porque jamás iré para comprometerme en esas malditas guerras entre hermanos”.

Su forma de sentir y pensar, no dejan de ser un ejemplo a pesar de los casi dos siglos que transcurrieron. El Gral San Martín, como tantos otros próceres de nuestra historia dieron absolutamente todo por nuestra Patria, y en su gran mayoría murieron en el exilio, sin dinero y con un Estado argentino que además de deberles gratitud y respeto les quedo debiendo mucho dinero.

Nuestros representantes actuales deberían tomar a nuestros próceres como “ejemplo”, pero en lugar de ello no dejan de pelearse por el poder y el dinero, enfrentando al pueblo y destruyendo la Nación que tanto esfuerzo histórico nos costó. Señora Presidente, ¿que cree usted que sentiría el Gral San Martín ante la situación actual que vivimos? Sinceramente, ¿tendría usted el coraje de mirarlo a los ojos y decirle “tengo aguante!”? quiero creer que usted no se atrevería a semejante cosa…

“Facilitar al labrador la colocación más adecuada de sus productos es un asunto de esencial importancia. La pronta y fácil venta se podrá verificar siempre que las extracciones de esos frutos sean libres. No por tener a precio cómodo en las ciudades los frutos se ha de sujetar al labrador a que venda a un cierto precio, acaso puesto por un hombre sin inteligencia, ni conocimiento en los gastos, cuidados y trabajos a que está sujeto el cultivo”. Estas palabras no son de un ruralista del actual conflicto, sino del general Manuel Belgrano. Le pregunto una vez mas Señora Presidente, ¿seria usted capaz de fustigarlo por su forma de pensar? ¿Se atreveria usted a decir que él no buscaba un país equitativo y con futuro?

Se que mis palabras son duras, y le pido que no las interprete como un agravio personal y directo sino como un punto de vista distinto al suyo, del cual si usted deseara podría sacar mucho provecho.

Imagino que su tarea no es fácil, y que la responsabilidad de gobernar para el bien de la República Federal debe ser una carga muy pesada. Pero usted sabía que esa era su obligación, gobernar para “el bien de la República Federal” y no para el “pueblo” como usted continuamente dice, ya que no todo el pueblo la voto sino solo una parte de el.

Por favor no repita más que “el pueblo la eligió, y que el pueblo no se equivoca” ya que no es verdad. Basandome en sus palabras, todos los presidentes anteriores a usted (a excepción de su marido) estaban equivocados y sin embargo fueron también votados por “el pueblo”. Si aún le quedan dudas al respecto, recuerde que Adolf Hitler llegó también al poder por medio del voto del “pueblo”.

Para terminar esta carta, me gustaría decirle que de acuerdo a su forma de ver las cosas yo soy un argentino pobre. No poseo propiedades, ni campos, no me dedico a la compra/venta de terrenos fiscales, no poseo un automóvil, mucho menos un hotel, tampoco tengo mucho dinero en mi cuenta bancaria. Yo por mi lado, me siento alguien con una riqueza incalculable, fruto de la educación, el amor y el ejemplo que mi familia me dio. Es esto lo que me permite abrirme camino en la vida y crecer.

Gracias a Dios su “redistribución de riquezas” no afectará en lo mas mínimo mi bien mas preciado.

Sin otro particular, saludo a Ud. con mi mayor consideración.

Juan Pablo Montiel Meurer