10 nov 2009

LOS DESESTABILIZADORES

Desde mayo de 2003, el matrimonio presidencial se ha dedicado con particular empeño no solamente a aumentar considerablemente el número de pobres y a destruir las instituciones de la Nación, sino también a instalar en la opinión pública que ambos cónyuges son la encarnación de la democracia y de los derechos humanos.

El modelo K ha mostrado, sin embargo, una falla fatal en la línea de flotación, por lo cual, aunque la presidenta Fernández sostiene jocosamente que está “averiada pero no hundida”, su gestión de gobierno llegará penosamente a los dos años dentro de un mes y probablemente mucho más penosamente a terminar su período en el 2011.

Debido a la incapacidad evidente de ambos integrantes de la pareja más poderosa del país, y a pesar de que en otras partes del planeta la economía global está dando signos de repuntar después de la crisis, en Argentina el gobierno federal sigue concentrado en distribuir sin generar, lo que lo va llevando inexorablemente a enfrentar el nerviosismo y la violencia creciente de la sociedad, cansada de escuchar el mismo discurso político vacuo pero sin soluciones de fondo a los problemas del ciudadano medio.

Los K, como cualquier populista histórico, subsidian toda la actividad piquetera nacional, agregando cada día un nuevo “servicio de asistencia” a fin de clientelizar a los sectores sociales más postergados. Es así que, además de los manifestantes cortarrutas cotidianos, reciben financiamiento estatal el canal del gobierno, el fútbol de Grondona (que ya ha costado más de 400 millones), la aerolínea de bandera (que pierde mensualmente 200 millones de pesos) y un largo etcétera, con lo cual la cifra final de lo que cada habitante resigna para los caprichos de los presidentes se vuelve de difícil comprensión para los organismos internacionales de crédito, a quienes los mandamases argentinos recurren permanentemente para que les salven la estabilidad de la gestión.

Por otra parte, la inseguridad jurídica local fomentada por los K para sus fines perversos de enriquecimiento personal y clientelismo político ha conseguido ahuyentar las posibles inversiones en diversos campos, las cuales han tomado rumbos más tentadores como Uruguay, Chile y Brasil, cuyos dirigentes han sabido aprovechar la inconducta de sus pares argentinos. Es así que con el tema del gas, la presidenta Bachelet ha declarado que a raíz del conflicto con Argentina, se planteó el desafío del autoabastecimiento. Y lo mismo sucedió con la carne vacuna en Uruguay y el combustible en Brasil: mientras nuestros vecinos aprovechan para desarrollarse y generar puestos de trabajo, nuestro país retrocede irremediablemente a pasos agigantados.

Argentina debe ser uno de los pocos ejemplos en el mundo donde la desestabilización de sus gobernantes es provocada por ellos mismos. Es decir, se verifica “desde arriba” y no “desde abajo”. La propia tripulación impulsa el hundimiento de la nave. Las políticas erradas de Néstor, Cristina y sus adláteres en materia económica, política y social han conducido a la Nación a un peligroso camino sin retorno de crispación permanente. Ciegos y sordos ante el resultado de las urnas del pasado 28 de junio, los K se han dedicado ahora con especial ahínco a golpear burdamente a la prensa, después de hacerlo con la iglesia, el campo y las fuerzas armadas, convirtiendo en una ruleta rusa los dos años por venir de la gestión de Cristina.

En manos del poderoso sindicalista Moyano, del verdugo Moreno, de innumerables funcionarios salpicados por sospechas de corrupción, de un congreso obsecuente y de una justicia inoperante, sumado a que, desde el puente de mando, el capitán y su segundo han roto el timón, el país navega al garete, lamentablemente, siempre virando a babor y sin singladura clara.

Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz