2 jul 2007

El Cordobazo: un ensayo exitoso

El 29 de mayo se conmemoró un nuevo aniversario del mítico Cordobazo. En los informativos se pudo ver que -en Buenos Aires- un grupo de encapuchados armados con palos y con una bandera del grupo Quebracho cortaba amenazadoramente la esquina de Av. Corrientes y Av. Callao, obligando a un caos de tránsito sobre esta última arteria, tanto que aun a la insistente sirena de la ambulancia de una conocida empresa de emergencias médicas le fue impedido el paso. Ignoramos la suerte final corrida por la persona que debía ser socorrida, pero tememos lo peor. La policía, presente en el lugar, se limitó a desviar el tránsito. Por supuesto que la hora elegida era una hora pico, ya que no era cuestión de pasar desapercibidos. Luego vimos un muy promocionado informe de Canal 12 de Córdoba -que hoy integra el grupo Clarín-, absolutamente falso.

Ambos firmantes de esta columna somos cordobeses, aunque vivimos de diferentes maneras aquellos momentos. La firmante femenina estuvo durante cuatro días encerrada en la casa paterna sin poder asomar la nariz ni al jardín, ya que por encima se entrecruzaban los disparos de francotiradores. El firmante masculino fue sorprendido por el hecho en el exterior, pero desde una situación privilegiada, con información minuto a minuto de lo que estaba sucediendo en el querido terruño. Un par de meses después, ya en Córdoba, fue invitado por uno de los directores del Canal 12 de aquel entonces, de signo ideológico absolutamente antagónico al actual, para ver todas las filmaciones “en crudo” (es decir sin editar) que se habían tomado durante aquellos fatídicos días. La proyección demandó toda una tarde, y era muy distinta a las pocas imágenes -éstas si ya editadas- que pudimos ver hace poco por dicho canal.
Lo que derivó en el Cordobazo comenzó como una manifestación -genuina o no- de ciertos gremios radicalizados que hicieron bajar al centro de la ciudad a cientos de obreros de las fábricas automotrices y de sectores, también radicalizados, del estudiantado de la universidad, hasta que apareció la verdad: el copamiento de la “manifestación” por el grupo Montoneros y otros adláteres de la misma calaña.

En la tarde de aquel 29 de mayo no quedaba un solo obrero en las calles cordobesas, como así tampoco ningún estudiante. La ciudad fue tomada e incendiada por la subversión, en ese momento en estado germinal, a modo de primer ensayo general de lo que vendría después. Es decir, que tildar al Cordobazo como una “genuina manifestación de protesta del pueblo cordobés” es sencillamente una falacia. Hubo complicidades de quienes no midieron lo que verdaderamente estaba sucediendo: un comandante de Ejército que se negó a actuar hasta último momento previendo la oportunidad de reemplazar a Onganía en la presidencia (algo que finalmente logró), o un timorato funcionario provincial que pidió auxilio a Gendarmería (asentada en Jesús María, unos 45 kilómetros al norte de la capital provincial) y dio marcha atrás cuando el comandante le dijo que si bajaban a la ciudad habría muchos muertos.
Curiosamente, el informe transmitido por Canal 12 en este nuevo aniversario -que se limitó a mostrar a los obreros bajando desde sus fábricas y a la policía disparando gases lacrimógenos- habla de 14 muertos, cuando en realidad no existe un registro oficial, y mucho menos de quiénes fueron las supuestas víctimas fatales. El informe obvió mostrar, por ejemplo, a tres o cuatro encapuchados destrozando la vidriera de una céntrica concesionaria automotriz que vendían autos “de lujo” (Citroën 2CV), y empujando con precisa coordinación los autos a la calle, mientras otro abría la tapa del tanque de nafta y le introducía una antorcha.

La realidad del Cordobazo es una sola y la reiteramos: fue el ensayo general de la guerrilla, preparándose para lo que vendría después. Al fin y al cabo, resultó exitoso ya que consiguieron su objetivo: tener a toda la población atrincherada y atemorizada durante cuatro días, mientras se producían toda clase de desmanes y atropellos a los derechos humanos de la ciudadanía. Lo que vendría después es por todos conocido.

Raquel Eugenia Consigli
Horacio Martínez Paz