ÉTICA PERIODÍSTICA
Sin pretender elaborar un manual de Deontología, el escritor y Premio Nobel de Literatura (1989) Camilo José Cela diseñó hace algunos años un Decálogo del Periodista que puede servir de guía a quienes ejercemos la profesión de comunicar. En él se refiere en particular a la conducta de los periodistas profesionales, que deben anteponer la búsqueda de la verdad por sobre la subjetividad del individuo, transmitir la información sin deformarla y mantener la independencia de criterio sin doblegarse ante presiones de cualquier tipo.
Sin embargo, el pensamiento de Cela, fallecido en 2002, no contempló en su real dimensión el acelerado desarrollo tecnológico en el área de las comunicaciones y la indiscriminada difusión de las ideas. La “aldea global” de McLuhan se ha convertido ahora, irónicamente, en una inmensa comunidad de “sujetos comunicantes” en la que el intercambio de información es instantáneo abarcando toda la superficie del planeta en cuestión de segundos, en múltiples lenguas y en cualquier momento del día.
El salto cuantitativo ha superado cualquier cálculo y parece no detenerse. La poderosa herramienta que constituye internet –y sus posibilidades de editar mensajes– suele ser también una tentación para difundir y manipular información, sobre todo la impactante, burlando los más elementales códigos de ética. Cualquiera puede convertirse en “periodista” con un solo clic, ya que hoy en día el grueso del trabajo periodístico se realiza a través de los medios digitales, en los que las denominadas “redes sociales” juegan un importante papel.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha elaborado un interesante Código Deontológico para orientar el ejercicio de la profesión en un momento histórico en el que resulta sumamente difícil tanto la práctica periodística independiente como el acceso a la información pública y su difusión. Estos principios se refieren principalmente, por un lado, al derecho a la información y por otro, a la libertad de pensamiento y de expresión, con el límite de la responsabilidad en el tratamiento de la noticia, la honestidad en la conducta periodística y el compromiso de la comunicación veraz a la sociedad.
El Estatuto propuesto por FAPE dedica varios puntos a la fuente de información, hecho que en el uso cotidiano de internet pasa muchas veces desapercibido y otras ignorado voluntariamente. Es frecuente que los usuarios de la red, devenidos en ocasionales periodistas, se atribuyan como propios escritos que son de un tercero, que mutilen o alteren mensajes o bien que recurran a la muy deleznable práctica de cortar y pegar fragmentos para armar un todo “diferente” y poner debajo la propia firma.
Lo lamentable es que internet no cuenta aún con una legislación específica, que debería ser universal a los fines de proteger la fragilidad de la propiedad intelectual. En Argentina hay sitios llamados “diarios electrónicos”, muy bien presentados y con apariencia de serios, cuyos contenidos han sido plagiados. Además, cualquiera puede inventar una noticia y desparramarla sin ningún escrúpulo.
En el código de ética del buen periodista debería existir un artículo que suprima el potencial. Cuando se habla de que fulano “habría”, o que mengano “diría”, no se está haciendo más que propagar un rumor. Se debe ir a la fuente y confirmar la noticia y mientras no se confirma, se guarda. Últimamente han proliferado los potenciales, incluso provenientes de prestigiosos periodistas, cuando se refieren, por ejemplo, al futuro de la presidente argentina, pero claro... el tema vende. Los periodistas somos los historiadores del presente en tiempo real, no futurólogos.
Tampoco es ético revolver el dolor ajeno, como ha sucedido en estos días con el tratamiento realizado por los canales de televisión del país ante el accidente de la aerolínea Sol, poniendo en cámara el llanto descarnado de los familiares de las víctimas. En este sentido, Camilo José Cela sostiene que el periodista debe “ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión espectacular y deliberadamente monstruosa de la imagen o de la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo”, y agrega que es preferible “callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni museo de figuras de cera.”
El colega colombiano Javier Darío Restrepo, reconocido por sus investigaciones en el tema, destaca en su obra Ética para Periodistas, escrita en colaboración con la doctora María Teresa Herrán, que la marca distintiva de un buen periodista es, por sobre todas las cosas, su responsabilidad ante el hecho noticioso. Somos los propios periodistas quienes debemos insistir en la honestidad, la buena fe y el respeto por el otro y por su dignidad. Libertad y responsabilidad son las dos caras de la misma moneda y los profesionales del Periodismo debemos entender que el pilar en el que se asienta el inestimable valor de la credibilidad radica precisamente en la propia conducta.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz