28 jul 2009

LA NACIÓN - EDITORIAL I

28/07/09

El Mercosur faltó a su propia cumbre
La última reunión del bloque regional, en Asunción,

lo mostró más cerca de América Central que del Río de la Plata

De un tiempo a esta parte, el Mercosur despierta pocas expectativas fuera de su área de influencia y muchas críticas en sus propios miembros. A 18 años de su creación, el bloque regional dejó de ser, por lo menos en el ideario popular, la semilla del símil de la Unión Europea con la cual pretendió ser concebido. Las asimetrías denunciadas en forma cada vez más frecuente por los socios menores, Uruguay y Paraguay, todavía no encontraron solución ni, en principio, desvelan a Brasil y la Argentina, más concentrados en sus diferencias que en las cuestiones regionales.

Excepto acuerdos bilaterales de envergadura que se trataron al margen, como la renegociación de Paraguay con Brasil de los beneficios de la central hidroeléctrica Itaipú, poco y nada dejó la XXXVII Cumbre del Mercosur, realizada en Asunción.

En lo único en que se pusieron de acuerdo los presidentes, una vez que Cristina Kirchner se dignó a sumarse a ellos media hora después de lo previsto fue en expresar por enésima vez su "enérgica" condena al golpe de Estado perpetrado en Honduras.

En eso, más allá de la importancia de abogar por la democracia en América latina con la cual nadie disiente, los presidentes invirtieron un tiempo precioso. Después de los pronunciamientos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas, el Mercosur pudo haber emitido una declaración conjunta de apoyo al presidente depuesto, Manuel Zelaya, y abocarse a sus propios asuntos.

Para otra ocasión quedaron, sin embargo, las trabas económicas que advirtió el presidente Tabaré Vázquez, pronto a terminar su gobierno. Uruguay asumió la presidencia pro témpore del Mercosur con la premisa de impulsar propuestas vinculadas con el comercio interno, la circulación de bienes de otras zonas, las asimetrías entre los países miembros, la negociación externa y los proyectos estratégicos.

Es difícil que, en plan de lucirse, un presidente sobresalga por plantear en un foro de este tipo la eliminación del doble cobro del arancel externo común. De no convencer a los otros miembros, entre los cuales el más perjudicado sería Paraguay por no tener puertos marítimos, Uruguay rubricaría un acuerdo con Brasil.

El tema no llegó a tratarse de ese modo. ¿Dónde queda el Mercosur, entonces? Más cerca de América Central que del Río de la Plata, al parecer. En los últimos años, cada país actuó por su cuenta y, en cierto modo, prescindió del bloque. Influyó en ello la falta de instituciones capaces de coordinar políticas comunes. Influyó, también, el sesgo político de los gobiernos: Luiz Inacio Lula da Silva y Tabaré Vázquez no tuvieron inconveniente en recibir la visita de George W. Bush mientras Néstor Kirchner le facilitaba un estadio a Hugo Chávez para denostarla.

Venezuela espera que el Senado de Brasil, al cual Chávez ha insultado, y el Congreso de Paraguay, en el cual el presidente Fernando Lugo no tiene mayoría, aprueben su ingreso en el bloque, lo cual guarda más relación con los intereses coyunturales que con la cercanía cultural y política.

En casi dos décadas de existencia, el Mercosur tuvo algunos aciertos: sirvió para atemperar las disputas entre la Argentina y Brasil. En la costumbre de arroparse en él está el dilema: lo bilateral no tiene por qué ser un asunto regional.

De los cuatro países que fundaron el Mercosur, Brasil siempre ofreció resistencia a la creación de organismos regionales. Lula, cuyo mandato terminará el 1° de enero de 2011, no tendrá el honor de haber consolidado el bloque, porque, en cierto modo, se ha valido de él, sin boicotearlo, para proyectar a su país con una posición de líder regional que, hasta ahora, no había asumido.

Esa posición le permitió ser un actor global de primer orden, al punto de sentarse a la mesa de los grandes líderes. Su socio principal en el bloque, la Argentina, optó por recluirse en su territorio, envuelto en infinitas disputas domésticas, y asomar la nariz sólo para las causas en las cuales hubo interés de Chávez, como la liberación de rehenes de las FARC, a la cual acudió Néstor Kirchner, y el retorno de Zelaya a Honduras, al cual acudió Cristina Kirchner. Lamentablemente, las buenas intenciones no se concretaron en los hechos.

No conformes con el Mercosur y su hasta ahora poco eficaz parlamento, el Parlasur, así como con otro bloque regional en apuros, la Comunidad Andina de Naciones (CAN), los países sudamericanos abrazaron la creación de la Unasur. Otra superestructura de función incierta, excepto incorporar en las agendas presidenciales cumbres y más cumbres, luego capitalizadas por asuntos que, como el preocupante golpe de Estado en Honduras, tienen su tratamiento en los ámbitos que corresponde y vacían de contenido foros que deberían ocuparse de sí mismos. En Asunción, como sucedió en otras capitales, el gran ausente terminó siendo el propio bloque convocante.