La señora Estela Barnes de Carlotto ha sufrido un fuerte portazo en la nariz. Su caso emblemático ante la archienemiga Ernestina Herrera de Noble, luego de años de mentiras y falsedades, finalmente se cayó. Los hijos adoptivos de la propietaria de Clarín no son hijos de desaparecidos, y mucho menos nietos de ella.
Esta maestra jubilada encontró un medio para vivir opíparamente del estado, pasando por alto su antigua amistad con el General Reynaldo Bignone, gracias a quien pudo enterrar a su hija Laura y tener la certeza de que no había sido madre. Pero el circo hay que seguirlo, de lo contrario se evaporan los ingresos que, dicho sea de paso, pagamos todos los argentinos y algunos otros habitantes del planeta.
En el caso de los jóvenes Noble Herrera, fue una larguísima persecución que se prolongó durante once años, que incluyeron desde extracciones compulsivas de sangre hasta el humillante despojo de ropa interior y cepillos de dientes, realizado en un allanamiento cuando volvían de declarar en un juzgado en 2010.
Ante el último resultado negativo de los respectivos ADN, la famosa abuelita decidió poner punto –no final sino suspensivos– al implacable hostigamiento a los hermanos Noble. Con la soberbia que la caracteriza declaró que “es lamentable que no fueran nuestros nietos, porque les esperaba amor y saber de dónde venían”. Es muy difícil creer que alguien como ella, generadora de odios e impulsora de terribles venganzas, pueda inspirar y dar amor verdadero. Es muy probable que los hermanos Noble Herrera sepan de dónde vienen y que hayan recibido de su madre adoptiva todo el cariño y las atenciones que necesita y demanda un hijo.
Por el contrario, la que queda mal parada es la nonna Estela, que tal vez no supo contener a sus propios vástagos, absorbidos por una ideología violenta que propiciaba la eliminación física de los oponentes, y que cayeron en una lucha que ensangrentó al país entero en los ominosos años 70. Todos los hijos supérstites de Carlotto ostentan hoy cargos altísimos en el estado.
La mala voluntad de esta señora se vio plasmada en los numerosos casos de ensañamiento contra supuestos hijos de desaparecidos, que no lo eran en realidad, pero que sufrieron las vejaciones de esta abuelita nefasta, que llegó hasta a gozar con el profundo e irreparable daño moral y psíquico sufrido por algunos jóvenes que resultaron no ser hijos de desaparecidos, pero que se enteraron en un juzgado que eran hijos adoptivos.
Estela de Carlotto es una fracasada, tal vez porque su propio planteo es inexistente. Así también se van cayendo los personajes y los casos paradigmáticos del tema de los desaparecidos en Argentina, que tiene algunas luces y demasiadas sombras. La Carlotto, que ahora no sabe cómo despegarse de su antigua socia y amiga Hebe de Bonafini, busca desesperadamente, con pautas en los medios (que pagamos todos), al nieto 400 ó 500, para que no se le vengan abajo la estantería y el negocio.
Nos preguntamos si los ciento y pico de nietos "encontrados" son realmente tales y, sobre todo, cuántos de ellos estaban con las familias biológicas de los desaparecidos, porque fueron entregados por los supuestos apropiadores o porque nunca fueron separados de ellas. Es el turno de Estela de Carlotto de dar explicaciones. Un país de 40 millones de estafados las estamos esperando.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz