PATRIMONIO INDEFENSO
A la hora de evaluar satisfactoriamente su gestión, los gobernantes de todos los partidos políticos la plantean habitualmente en términos de cantidad de obra pública ejecutada y con placa ad hoc que los inmortalice.
Los de nuestra provincia nunca han sido la excepción. Juan Schiaretti, que logró frenar un proyecto para demoler el ex Palacio Ferreyra, hoy convertido en un museo de arte, parece no obstante apoyar la moción de transformar la manzana que incluye a la casa madre del Banco de la Provincia de Córdoba, una joya arquitectónica situada en pleno centro de la ciudad, en un megaproyecto inmobiliario que incluye un centro comercial, un hotel y dos torres de 130 metros de altura.
Si bien el megaproyecto de reconversión de la manzana propone respetar el antiguo edificio del banco, no se entiende la obsesión de ciertos funcionarios por la construcción de torres en el centro histórico de la Docta, que debería ser preservado de este “progreso” entendido como la proliferación del cemento y los rascacielos.
Este descabellado proyecto sólo puede ser frenado por la Unesco, que ya advirtió que, de concretarse, la colindante manzana jesuítica y las estancias repartidas por toda nuestra provincia perderían la calidad de patrimonio de la humanidad.
En las sociedades modernas el concepto de “valor” parece entrar en conflicto con lo que se considera “viejo”. De esta forma, no solamente los objetos sino también los individuos son estimados en razón de su “juventud” y no de su importancia intrínseca. Todo aquello que supera cierta edad cronológica debe ser descartado o reciclado por oponerse al “progreso” y por haberse vuelto, por lo tanto, obsoleto, despreciable y reemplazable.
En Oriente, y más precisamente en Japón, por poner solamente un ejemplo, pasado y presente conviven armoniosamente, sin excluirse ni contradecirse. Lo mismo sucede en Europa y en algunas partes de América donde las reliquias del pasado son cuidadosamente atesoradas, aunque no impiden el avance de la ciencia y la técnica. En nuestro vecino Brasil una pequeña comuna, Ouro Preto, es patrimonio histórico de la humanidad, aportando su toque de pasado al gigante sudamericano cuya capital, Brasilia, es el emblema del modernismo.
El aspecto más grave de esta embestida “futurista” de las distintas administraciones de gobierno es que los interesados, los ciudadanos, que en mayor o menor medida sufrirán los costos económicos y las consecuencias no ponderadas de estas medidas, nunca son consultados. Una vez destruida, es imposible reconstruir la identidad de los pueblos, una de cuyas manifestaciones está constituida por las construcciones realizadas a lo largo de su historia.
El valor patrimonial de la sede central del Banco de la Provincia de Córdoba y su enclave en el centro histórico de una de las ciudades más antiguas de la Argentina ameritan, por lo menos, una reflexión por parte de la voracidad de los agentes inmobiliarios y de la urgencia de los políticos y una consulta permanente a la ciudadanía, que seguramente deseará preservar y custodiar para las generaciones futuras los vestigios significativos de un ayer no tan lejano.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz