AL BORDE DEL PRECIPICIO
El modelo económico magistral del dúo dinámico kristinista Kicillof-Moreno ha empezado a hacer agua, y por más que se trate de salvar a algunos pasajeros en los botes (que no alcanzan para todos), el crucero de lujo “la Argentina” se viene a pique sin remedio.
En las últimas semanas se han cerrado fábricas en todo el país, dejando trabajadores en la calle bajo los eufemismos de “cursos de capacitación” o “adelanto de vacaciones”. Frigoríficos, automotrices, aceituneras, emprendimientos lácteos, calzados. Nadie se salva. Tal vez las más afectadas son las pequeñas y medianas empresas que no pueden soportar la presión tributaria y la absurda política de sustitución de importaciones impuesta por los genios que manejan la política económica nacional.
El pasado 27 de junio, el sindicalista Hugo Moyano, ex socio del matrimonio Kirchner y su creación más acabada, se encargó de hacerle un ruidoso llamado de atención al gobierno ciego y sordo de Cristina Fernández, concentrando una multitud de asalariados en la Plaza de Mayo que protestaron contra “el modelo” y le recordaron que los derechos humanos de la actual gestión no los incluyen, como tampoco lo hacen con los niños desnutridos y los jubilados mendigos.
El panorama se oscurece con cada día que pasa. Los gobernadores de provincia no tienen manera de hacer frente a los compromisos financieros. El medio aguinaldo de junio se pagará en 4 cuotas en la provincia de Buenos Aires porque Felpudo Scioli, de rodillas ante la presidenta, consiguió que le giraran mil millones. Los gobernadores díscolos, en cambio, se encuentran en una situación angustiante, buscando ayuda en la empresa privada.
El modelo inflacionario de la primera magistrada se encuentra exhausto. El viento de cola es ahora un huracán de frente. La Argentina subsidiada está en bancarrota y el artilugio de refugiarse en los placebos que significan el Mercosur, el cepo al dólar, o “la matriz de inclusión social” con su infinito abanico de planes y tarjetas, ya no surten efecto.
Lamentable fue la actuación de la viuda de Kirchner como anfitriona en la cumbre del Mercosur en Mendoza, en la que demostró que se privilegia la ideología por sobre la relación comercial entre los países miembros. Ofuscada por el legítimo, soberano y constitucional derrocamiento de su “socio” Fernando Lugo en Paraguay, cometió el error de inmiscuirse en los asuntos internos de la nación hermana. Tomó partido inmediatamente al denostar al sucesor de su amigo, ignorando que todo allí pasó a través del Congreso. Mientras catalogaba el hecho como “golpe de estado”, permitió, contra el reglamento del Mercosur (al no existir el acuerdo de Paraguay), la inclusión de Venezuela, es decir de su acreedor Hugo Chávez, como estado miembro. ¿Conservará el país caribeño ese estatus después de las elecciones presidenciales de octubre, cuando asuma algún gobernante que no sea de su agrado?
Mientras nuestro país se desbarranca como un camión sin frenos, incapaz de encontrar un modo de contención, la presidenta tapa los agujeros producidos por el estrepitoso fracaso de su populismo con sus delirantes y cotidianos decretos, inauguraciones, reinauguraciones y anuncios para todos y todas por la cadena nacional de radio y televisión.
Argentina parece estar al borde del precipio con sus instituciones en evidente deterioro y vergonzosa sumisión al poder político. La pendiente descendente se acentúa peligrosamente, dejando poco margen para iniciar la caída definitiva al fondo del abismo.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz