LA VERDAD DE LA MILANESA
Ya no fue el inefable motoquero ministro de economía, sino la mismísima presidente de la Nación quien, inaugurando alguna cosa por segunda o tercera vez, no importa, declaró que no hay inflación en Argentina. Recurrió al mismo eufemismo que el ministro diciendo que hay “dispersión de precios”. Por supuesto que la culpa de esta “dispersión” la tienen los industriales, los comerciantes y hasta el carrero que pasa cartoneando por aquí, pero jamás el gobierno.
En el mismo atril, como acostumbra, hizo un anuncio "explosivo": “la milanesa para todos”.
Eso sí, hay que llegarse hasta el mercado central, en el partido de La Matanza en la provincia de Buenos Aires, como hace Mercedes Marcó del Pont, presidente del Banco Central y amiga del ministro Boudou, que allí consigue paltas a un peso, alimento esencial en la dieta de los argentinos. La "milanesa social" estará desde el sábado a 21 pesos el kilo, milagro K, ya que el kilo de los distintos cortes aptos para rebozar, bola de lomo y cuadrada, supera los 40 pesos en cualquier carnicería del país. ¿No serán milanesas de osobuco?
Lamentablemente, los seis niños salteños que murieron por desnutrición en los últimos días no llegaron a aprovechar semejante regalo, aunque, inexplicablemente, tampoco aprovecharon el kilo de merluza a 12 pesos que rige desde hace tiempo, con lo que hubieran salvado la vida y el honor de la gestión K, y que se suma al fútbol para todos, a la televisión para todos, y a los cacareados “planes canje”, ya sea de electrodomésticos, de zapatillas o de bicicletas... que duraron un suspiro y alcanzaron solamente a unos pocos privilegiados.
Cristina Fernández padece de una seria enfermedad: hacer cotidianos anuncios rimbombantes, que quedan ahí nomás en la nada. Tal el caso de Tartagal. Un alud la destruyó hace unos años, mientras ella se encontraba de viaje en el exterior. Fue la primera y única vez que vimos a la primera magistrada meter los pies en el barro y dejar que la lluvia le arruinara el peinado. En ese momento prometió un colosal plan de viviendas -600 si no recordamos mal-, de las cuales sólo se concretaron diez. Del dinero supuestamente enviado por la Nación para tal fin, ni noticias.
La verdad de la milanesa es que en “el granero del mundo” que ya no puede ser visto como “el país de las vacas” (por expreso pedido de CFK a los jeques árabes, y gracias a las erradas políticas de su gestión para el sector agropecuario), los argentinos hacemos malabarismos para alimentarnos día a día y no morir en el intento.
La verdad de la milanesa es que los argentinos tenemos que estirar tanto nuestros magros ingresos, que muy probablemente terminemos comiendo milanesas de soja o de alfalfa, aunque nunca hayamos imaginado que podíamos incluir estos “manjares” en nuestra dieta cotidiana.
Lo que no nos ha dicho la presidenta es cómo hacemos los millones de compatriotas que no vivimos en Buenos Aires para acceder a los increíbles precios del mercado central ubicado en La Matanza. Esperamos que en los próximos días anuncie el “boleto social” en el tren bala, a fin de aprovechar las maravillosas ofertas para esta vida de ensueño que experimentamos hoy y la que nos aguarda si resulta reelecta.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
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