BICENTENARIO
Doscientos años del primer gobierno patrio, que nos encuentra a los argentinos divididos, crispados, empobrecidos y desesperanzados. Con lágrimas en los ojos, la presidente ha dicho que agradece a Dios que la eligiera para ser la titular del ejecutivo en estos momentos.
¡Pobre Dios… lo meten en cada brete!
La Patria nació dividida. Hoy, el revisionismo histórico cuenta que el 25 de mayo de 1810 fue un golpe en adhesión al rey de España, capturado por Napoleón; que fue un movimiento porteño, sin las provincias y contra ellas. Luego vienen las historias de saavedristas y morenistas, que si bien tenían profundas diferencias, no dudaron en trabajar codo a codo por una idea superior. No hubo mezquindad, por eso fue la semilla que permitió a nuestro país llegar a su independencia definitiva en 1816. Después siguieron las divisiones, el puerto contra las provincias, rosistas y antirosistas, unitarios y federales, hasta que logramos organizarnos y despachar nuestra primera y sabia Carta Magna, que fuera tan malignamente malograda en 1994.
En el Centenario, 1910, Argentina se hallaba en todo su esplendor, admirada por el resto del mundo, líder absoluto en la región y disputándole la supremacía al mismísimo Estados Unidos de Norteamérica. Los documentos de la época no pueden ser más elocuentes: desde 1853, medio siglo de inteligentes políticas de Estado habían redundado en estabilidad económica, moneda fuerte, progreso arrollador y la transformación de la "barbarie" de las pampas en uno de los lugares más atractivos y envidiados del nuevo continente.
Cien años después, fruto de los desaguisados cometidos por los políticos de todos los colores durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, el país se encuentra aún sin un rumbo definido en el cono sur americano, con una economía tambaleante, un sistema político poco serio y una apabullante falta de seguridad jurídica, que lo vuelven no confiable a los ojos de los posibles inversores del mundo.
La historia de nuestra Patria nos enseña que hubo muchos desencuentros y divisiones entre compatriotas, que estaban siendo lentamente superadas, hasta que en 2003 se instaló en la Casa Rosada una formidable máquina de destruir instituciones, de confrontar con todos los sectores y de dividir a los argentinos.
Así nos toma esta fecha patria... con los resultados a la vista, y con pocos motivos y pocas ganas de festejar.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz