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27 may 2011
UNA NUEVA Y GLORIOSA NACIÓN
24 may 2011
20 may 2011
ÉTICA PERIODÍSTICA
Sin pretender elaborar un manual de Deontología, el escritor y Premio Nobel de Literatura (1989) Camilo José Cela diseñó hace algunos años un Decálogo del Periodista que puede servir de guía a quienes ejercemos la profesión de comunicar. En él se refiere en particular a la conducta de los periodistas profesionales, que deben anteponer la búsqueda de la verdad por sobre la subjetividad del individuo, transmitir la información sin deformarla y mantener la independencia de criterio sin doblegarse ante presiones de cualquier tipo.
Sin embargo, el pensamiento de Cela, fallecido en 2002, no contempló en su real dimensión el acelerado desarrollo tecnológico en el área de las comunicaciones y la indiscriminada difusión de las ideas. La “aldea global” de McLuhan se ha convertido ahora, irónicamente, en una inmensa comunidad de “sujetos comunicantes” en la que el intercambio de información es instantáneo abarcando toda la superficie del planeta en cuestión de segundos, en múltiples lenguas y en cualquier momento del día.
El salto cuantitativo ha superado cualquier cálculo y parece no detenerse. La poderosa herramienta que constituye internet –y sus posibilidades de editar mensajes– suele ser también una tentación para difundir y manipular información, sobre todo la impactante, burlando los más elementales códigos de ética. Cualquiera puede convertirse en “periodista” con un solo clic, ya que hoy en día el grueso del trabajo periodístico se realiza a través de los medios digitales, en los que las denominadas “redes sociales” juegan un importante papel.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha elaborado un interesante Código Deontológico para orientar el ejercicio de la profesión en un momento histórico en el que resulta sumamente difícil tanto la práctica periodística independiente como el acceso a la información pública y su difusión. Estos principios se refieren principalmente, por un lado, al derecho a la información y por otro, a la libertad de pensamiento y de expresión, con el límite de la responsabilidad en el tratamiento de la noticia, la honestidad en la conducta periodística y el compromiso de la comunicación veraz a la sociedad.
El Estatuto propuesto por FAPE dedica varios puntos a la fuente de información, hecho que en el uso cotidiano de internet pasa muchas veces desapercibido y otras ignorado voluntariamente. Es frecuente que los usuarios de la red, devenidos en ocasionales periodistas, se atribuyan como propios escritos que son de un tercero, que mutilen o alteren mensajes o bien que recurran a la muy deleznable práctica de cortar y pegar fragmentos para armar un todo “diferente” y poner debajo la propia firma.
Lo lamentable es que internet no cuenta aún con una legislación específica, que debería ser universal a los fines de proteger la fragilidad de la propiedad intelectual. En Argentina hay sitios llamados “diarios electrónicos”, muy bien presentados y con apariencia de serios, cuyos contenidos han sido plagiados. Además, cualquiera puede inventar una noticia y desparramarla sin ningún escrúpulo.
En el código de ética del buen periodista debería existir un artículo que suprima el potencial. Cuando se habla de que fulano “habría”, o que mengano “diría”, no se está haciendo más que propagar un rumor. Se debe ir a la fuente y confirmar la noticia y mientras no se confirma, se guarda. Últimamente han proliferado los potenciales, incluso provenientes de prestigiosos periodistas, cuando se refieren, por ejemplo, al futuro de la presidente argentina, pero claro... el tema vende. Los periodistas somos los historiadores del presente en tiempo real, no futurólogos.
Tampoco es ético revolver el dolor ajeno, como ha sucedido en estos días con el tratamiento realizado por los canales de televisión del país ante el accidente de la aerolínea Sol, poniendo en cámara el llanto descarnado de los familiares de las víctimas. En este sentido, Camilo José Cela sostiene que el periodista debe “ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión espectacular y deliberadamente monstruosa de la imagen o de la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo”, y agrega que es preferible “callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni museo de figuras de cera.”
El colega colombiano Javier Darío Restrepo, reconocido por sus investigaciones en el tema, destaca en su obra Ética para Periodistas, escrita en colaboración con la doctora María Teresa Herrán, que la marca distintiva de un buen periodista es, por sobre todas las cosas, su responsabilidad ante el hecho noticioso. Somos los propios periodistas quienes debemos insistir en la honestidad, la buena fe y el respeto por el otro y por su dignidad. Libertad y responsabilidad son las dos caras de la misma moneda y los profesionales del Periodismo debemos entender que el pilar en el que se asienta el inestimable valor de la credibilidad radica precisamente en la propia conducta.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz
15 may 2011
SEDE VACANTE
Desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003 hasta la actualidad, es decir ocho años después, cuando su viuda está terminando su gestión al frente de la primera magistratura del país, Argentina ha tenido seis ministros de Economía: Roberto Lavagna, Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau, Carlos Fernández y Amado Boudou, ninguno de los cuales ha descollado en el cargo debido a que el kirchnerato ha impuesto su propia “politica económica” por sobre los técnicos en la materia.
Néstor “heredó” a Lavagna –tal vez el único capaz de conducir la economía nacional– de la presidencia interina de Eduardo Duhalde y lo conservó hasta fines de 2005, cuando decidió “profundizar el modelo de matriz diversificada”, que nadie sabe exactamente en qué consiste y que el entonces ministro no apoyaba, por lo cual huyó despavorido. Kirchner lo sustituyó por una ex alumna de Lavagna, la inefable Felisa Miceli, que terminó renunciando un año y medio después envuelta en un escándalo de proporciones y acusaciones de corrupción. Los seis meses siguientes y hasta la asunción de Cristina, los destinos del ministerio más importante del país –y de cualquier país– estuvieron en las manos de un joven economista, Miguel Gustavo Peirano, que en ese momento tenía 39 años y había trabajado en la multinacional Techint, el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y la Unión Industrial Argentina (UIA).
Sin embargo, es durante la presidencia de su ahora viuda, Cristina Fernández, cuando el ministerio de economía adquiere las peculiares características de una sede vacante, un sitio vacío, en el que los titulares del mismo son meras marionetas manipuladas por y desde el poder ejecutivo a fin de llevar a cabo las descabelladas elucubraciones (ya que no se puede hablar de políticas) kirchneristas sobre una economía “nacional y popular”, que incluye, entre otros disparates, inventar las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), distribuir entre algunos sectores sociales carenciados y no tanto, todo tipo de planes “para todos”, despilfarrar los fondos de los jubilados para financiar la demagogia cotidiana, y poner al frente de las distintas secretarías a personal ignorante, inoperante o simplemente patoteril, como es el caso de Guillermo Moreno, a cargo de Comercio Interior.
El primer ministro de economía de la gestión cristinista, Martín Lousteau, respondía a la apuesta de la presidenta “por los jóvenes”, ya que al asumir el cargo contaba solamente con 37 años y, a pesar de su supuesta capacidad, obviamente carecía de experiencia política. Digitado por el matrimonio presidencial, divulgó el esquema K de retenciones móviles a las exportaciones del sector agropecuario, que provocó un inmenso descontento popular en un país cuya economía está ampliamente basada en el campo, y precipitó su caída en abril de 2008. Fue rápidamente reemplazado por Carlos Rafael Fernández, un desconocido economista que permaneció un año y tres meses en el cargo, sin que nadie sepa a ciencia cierta qué fue lo que hizo mientras duró su gestión.
Si el ministerio de economía había sido hasta entonces una dependencia inoperante de la Casa Rosada, con la llegada de Amado Boudou en julio de 2009 la “mufa” desapareció de los despachos oficiales. El motoquero, guitarrero y cantor se encargó de generar sonrisas en medio del aburrimiento y la confusión generalizada del gabinete de Cristina. Mientras conduce su Harley-Davidson hacia los recitales de rock, acompañado de su pelirroja novia, el encargado del Palacio de Hacienda de la Nación nos ilustra cada día más sobre su absoluta carencia de conocimientos en materia económica y, lo que es peor, su total despreocupación por el tema.
Sin embargo, la desfachatez de este inquilino transitorio de la todavía sede vacante no tiene límites. Amado Boudou ha presentado su candidatura a jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sin que nadie conozca su plataforma de gobierno ni cuáles serán las medidas prioritas en caso de ser electo y cómo las implementará. Su campaña está basada exclusivamente en insultos y descalificaciones a los oponentes, en particular a Mauricio Macri, lo cual, con sus antecedentes como ministro nacional, hablan a las claras de cómo sería su gestión si resultara ganador. En el despacho del ministerio nadie lo ve hace meses.
Una de las figuras que lo escoltan en su campaña proselitista, aunque nadie sabe en calidad de qué, es Patricia Vaca Narvaja, titular de la Embajada Argentina en México, que se ha convertido en otra sede vacante, esta vez en el exterior. Eso sí, ambos siguen cobrando sus magníficos sueldos mientras no cumplen la función para la que han sido nombrados. En el caso de Vaca Narvaja hasta puede ser beneficioso, ya que suponemos que a cargo de la sede diplomática está un segundo idóneo y de carrera.
En lo que hace a Boudou, sin embargo, el ministerio ha quedado en manos de un personaje muy peligroso: Roberto Feletti, de origen izquierdoso. Recientemente, un largo editorial del diario La Nación transcribe párrafos de una entrevista que el viceministro Feletti concedió al semanario Debate. Feletti afirmó entonces, entre otras cosas inaceptables para una economía del tercer milenio, que “el populismo debe radicalizarse” debido a que “antes no era sustentable ya que no podía apoderarse de factores de renta importantes”. Según lo publicado por La Nación, para el viceministro la única industria que debe quedar es la manufacturera, ignorando por completo a la industria financiera, de la que vive exitosamente Suiza hace años, y la de los servicios, tanto y tan bien desarrollada en nuestro país. Su tesis es que la economía debe quedar absolutamente en manos del estado, es decir, “profundizar” el sector público, lo cual es sencillamente inquietante ya que significa un fabuloso retroceso en la inversión de capitales y en la generación de empleo, algo que es propio del sector privado y que Argentina necesita con urgencia. No hay que dar más vueltas. Si parece un perro, tiene cuatro patas, mueve la cola y ladra, es un perro. Marxismo-leninismo en estado puro, aunque con un siglo de atraso.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz
11 may 2011
Bin Laden ha muerto. Fue el titular de los noticieros de todo el mundo en la madrugada del 1 de mayo de 2011. El terrorista más buscado del mundo había sido finalmente ubicado por las fuerzas de élite de Estados Unidos y eliminado, para alivio de amplios sectores sociales atemorizados desde que hiciera pública su condena al capitalismo occidental y a cierto segmento del islam, entre otras amenazas.
La muerte de Bin Laden era algo inminente, previsible, esperable. A partir de ese instante el mundo volvió a partirse en dos entre sus defensores, que conciben su muerte como un asesinato, y sus detractores que la consideran un acto de mera justicia. Aunque hubiera muerto en combate, Osama será siempre –como el Che Guevara– una víctima de su propia causa: la lucha contra las ideologías políticas y religiosas que se oponían a su peculiar concepto del mundo.
Para el terrorismo el enemigo no es un pueblo, nación o Estado determinado, sino una cosmovisión “errada” que debe ser destruida a cualquier costo por medio de la violencia. A diferencia de un patriota, que se levanta en armas para defender los derechos civiles a la vida, la libertad y la propiedad dentro de las fronteras de su terruño natal, el terrorista no tiene patria, es un mercenario de diversos fanatismos tanto políticos como religiosos.
Horrorizarse por la muerte de Bin Laden, ultimado en un preciso operativo en el que la pérdida de vidas y los daños fueron mínimos, pero no hacerlo por las atrocidades cometidas en los atentados que él motorizó, masacrando a miles y causando cuantiosos estragos entre la población civil es, por lo menos, llamativo.
Toda muerte debe ser lamentada, ya que no hay nada para alegrarse en la pérdida de una vida humana, violenta o no. Quienes se rasgan las vestiduras por algunas muertes pero no por otras, demuestran una concepción ideológica perversa que justifica la eliminación selectiva de seres humanos: los que se consideran “los malos” de la película.
Al cundir la noticia sobre la muerte de Osama, Argentina emitió un tibio comunicado a través del canciller Timerman –despreciado aun por la misma comunidad israelita argentina–, en el que se afirma que en el país se produjeron “solamente dos atentados terroristas”: los consumados contra la embajada de Israel y la mutual Amia, ambas en Buenos Aires, olvidando, en un particular acto de amnesia, el terrorismo que sufriera el país en los años 70 con su saldo de incontables atentados, secuestros y muertes.
En los últimos años el mundo fue testigo de los atentados en Tokio (1995, 12 muertos y miles de afectados por el gas sarín), Atocha (2004, 192 muertos), Londres (2005, 56 muertos y más de 700 heridos), Pakistán (2007, 50 heridos y 38 muertos, entre ellos la ex primera ministra Benazir Bhutto que había sobrevivido dos meses antes a otro que causó 124 muertos), por citar sólo algunos. Bin Laden y la organización Al-Quaeda, por su parte, se atribuyeron varios crímenes sangrientos en distintas partes del mundo, siendo el más resonante el del 11 de septiembre de 2001, en el que murieron más de tres mil personas.
Quien vive fuera de la ley, no puede invocar para sí el imperio de la misma, es decir, el que a hierro mata, a hierro muere. De no haber sido los "imperialistas yankis", alguna otra de sus víctimas se hubiera encargado de perseguirlo hasta eliminarlo. Por eso, la muerte de Bin Laden era un hecho previsible, porque como en el cuento La espera de Jorge Luis Borges, todo asesino sabe que en el preciso instante de cometer un crimen ha firmado su propia sentencia de muerte.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
6 may 2011
A finales de 2009 las facturas de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) comenzaron a llegar con una leyenda que cruza el papel y que reza: “con subsidio del estado nacional”, a partir de lo cual aumentaron sideralmente.
Tal vez fue para compensar a los ciudadanos del interior por no recibir las prometidas lamparitas de bajo consumo, que en cantidad de cinco millones se compraron a Cuba, que, supuestamente, a su vez, las había adquirido a China e iban a ser distribuidas en forma gratuita a todos (hay que resaltar el “todos”) los hogares por la presidenta de todos los argentinos, con el objeto de disminuir el consumo y concientizar a la ciudadanía sobre el ahorro energético y el cuidado del medio ambiente. La población total de Argentina ronda los 40 millones de habitantes, por lo que el plan de ahorro implicaba, por lo menos, la entrega de una lamparita de bajo consumo cada dos habitantes. Los cordobeses todavía estamos esperando que la presidenta cumpla su promesa de “alumbrar” un nuevo país.
Después de las lamparitas, a la presidenta se le “encendió” otra idea genial: los “planes canje”, aunque los mismos, que incluían el soñado recambio de autos, bicicletas, heladeras, termo-tanques, cocinas, lavarropas y maquinarias agrícolas no alcanzaron el objetivo propuesto de “reactivar la economía” y se redujeron, como siempre, a los amigos del poder y a la población de La Matanza, el distrito que injustamente decide las elecciones presidenciales en el país a partir del siniestro Pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem.
Según Roberto Cachanosky, un reconocido economista argentino, solamente en el primer trimestre de 2011 se llevan gastados 12.300 millones de pesos en subsidios, con lo que se puede calcular el desembolso para el resto del año en este rubro, porque si hacemos una lista somera debemos incluir la energía (luz, gas), los combustibles, el transporte, algunos alimentos (harina para pan, carne para todos, milanesas para todos, carne de cerdo, merluza, pollos), algunos medicamentos, las vacunas contra la meningitis y las tres millones de netbooks para alumnos secundarios y docentes de todo el país, de las cuales no se ha llegado a entregar ni el 20%.
A esto debemos agregar los 600 millones para el fútbol, la compra de Aerolíneas Argentinas, las jubilaciones sin aportes, las asignaciones por hijo y por embarazo, los incentivos a los jóvenes y la enorme masa de los empleados públicos (universidades, escuelas, hospitales, fuerzas armadas, policía) mantenidos con fondos del erario común. En el caso de la re-estatizada línea de bandera, su actual presidente-niño acaba de declarar alegremente que tendrá una pérdida de 400 millones en 2011.
Nos preguntamos entonces a quiénes benefician realmente estos subsidios, y, sobre todo, de dónde provienen los fondos para hacer frente a tan escalofriante cifra que debe proveer el Estado, y la respuesta es obvia: de la estatización de los fondos de los jubilados que estaban en las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP), de las retenciones al campo y de cualquier otra maniobra dudosa que, a través de los organismos “de control” del Estado, se pueda perpetrar en contra de los escasísimos particulares que trabajan, invierten y todavía apuestan por el país. En un reciente viaje por aire a Buenos Aires hemos observando a nuestros pies millones de hectáreas sembradas, la mitad de las cuales son para la corona.
Eso parece dejar afuera a Cristina Fernández como candidata para las próximas elecciones presidenciales, ya que, al haber negado a los jubilados el 82% móvil y vaciado las arcas del Estado, no tendría con qué hacer frente a las ingentes dádivas de los próximos años que le serán exigidas por el electorado cautivo y por los poderosos gremialistas que ella ha contribuido a cebar.
Lo realmente triste de la patria subsidiada es que las generaciones de nuestros abuelos vieron un país próspero surgido de la cultura del trabajo, mientras que las generaciones posteriores vieron crecer, no solamente la injerencia del sector público en el ámbito privado, sino la holgazanería y la comodidad de quienes se habituaron a vivir y a esperarlo todo del Estado, factor que está fomentando en los jóvenes del tercer milenio una actitud de especulación e indiferencia en la formación personal y de profundo desaliento en lo que hace al trabajo, el esfuerzo y el mérito.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
4 may 2011
Décimas pergaminenses
DEL POLÍTICO ARGENTINO
QUE ESTA PERDIENDO EL CAMINO
POR BUSCAR SU CONVENIENCIA,
ASÍ NO HABRÁ RESISTENCIA
QUE FRENE LA HORDA CRUEL,
LA QUE BUSCA OTRO LAUREL
PARA SEGUIR CASTIGANDO
A UN PUEBLO QUE ESTÁ PENSANDO
¡ DAR PELEA SIN CUARTEL !
VASCO
3 may 2011
APLASTANTE MEDIOCRIDAD
En un singular e intenso año electoral en el país, debido a la cantidad de veces que deberemos sufragar (internas, intendentes, gobernadores, presidente), el escenario que se presenta a los votantes es de confusión e incertidumbre.
En el ámbito nacional, Cristina Fernández es la única que no se ha pronunciado sobre su “esperada” candidatura, mientras que decenas de figuras de varias fuerzas políticas desfilan por los medios de comunicación como la troupe de distintos circos, cada uno con su plantel completo de bailarines, trapecistas, equilibristas en la cuerda floja, payasos y domadores de fieras.
En lo que hace al radicalismo, Ricardo Alfonsín, sin ninguna ética, sorprendió a sus pares y se autoproclamó candidato a presidente, dejando en el camino a Gerardo Morales, Ernesto Sanz y al mismo vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que se diferencian de él por su manifiesta capacidad de gestión y experiencia en cargos ejecutivos.
Este señor Alfonsín, portador de apellido y de rostro, que –evidentemente- contempla a diario al espejo y acomoda para parecerse a su padre, no ha dejado caer una sola idea de cuáles serán sus políticas de estado. Si para que lo voten pretende apelar a la imagen del ex presidente, probablemente se equivoque, ya que su mensaje, su apellido y su rostro huelen a rancio y traen recuerdos poco gratos.
Raúl Ricardo Alfonsín -proclamado a su muerte, el "padre de la democracia" con absoluta injusticia, ya que simplemente le tocó ser el primer presidente electo luego del último gobierno militar- nos desilusionó a los pocos meses de empezar su mandato. Fue el iniciador del “revisionismo histórico” y del mirar hacia atrás. Enjuició a centenares de militares, aunque después los indultara. Con él comenzó aquello de que cualquier moción de orden era autoritarismo y el tremendo desbarajuste en el sistema educativo (recordemos el “congreso pedagógico” de su autoría).
Con él llegó la "coordinadora" y sus negocios turbios (Coty Nosiglia, Jesús Rodríguez, Changui Cáceres, Leopoldo Moreau, y un largo etcétera). Con él llegó la represión a la prensa no adicta. En 1985 encarceló durante unos meses a los periodistas Rosendo Fraga, director de la revista La Avispa, y a Daniel Lupa, columnista del diario La Prensa. No había estado de sitio, ni orden judicial, pero él cumplió su capricho como emperador que ya se sentía.
Además hay que recordar su desastrosa política económica, que incluyó -entre otros disparates- los famosos “pollos de Mazzorín”, y una inflación que desembocó en una incontrolable hiperinflación, que quedará, no sólo como recuerdo imborrable para quienes la sufrimos, sino como el hito que lo obligó a abandonar la Casa Rosada seis meses antes de que terminara su mandato, debido al peligro de un estallido social de imprevisibles consecuencias.
Sería muy largo describir aquí su listado de errores, barbaridades y muestras de autoritarismo, aunque el resto de los actuales candidatos a la presidencia también tienen su propio “frondoso prontuario”.
Eduardo Duhalde, ex vicepresidente de Carlos Menem y presidente interino posterior a la caída de Fernando De la Rúa, se anota como candidato por el peronismo federal, es decir como fuerza opositora a la hegemonía K. De este abogado no olvidamos una de sus frases célebres: "el que depositó dólares, cobrará dólares", mentira histórica que terminó con la "pesificación asimétrica" y la gran estafa de la confiscación de los depósitos de los argentinos. Sin embargo, el peor de sus desaguisados fue, por su odio visceral a Menem, la imposición de un candidato de su paternidad: Néstor Carlos Kirchner, con las consecuencias por todos conocidas.
En lo que hace a las alternativas, Lilita Carrió -la eterna denunciante de corrupciones ajenas que jamás pudo probar, pero que le servían para estar permanentemente en los medios, y que nunca llegó al 5% de los votos- no quiere alianzas con nadie. Mientras tanto, Macri deshoja la margarita con su Pro: “que sí, que no, con éste no voy yo”.
Pino Solanas sube y baja de su Proyecto Sur, al igual que Stolbizer, Solá y el resto de los candidatos, que, a nivel local, provincial y nacional, se unen en una consigna común: "si va fulano, yo no voy", prueba de la mezquindad de nuestros políticos y de su cortedad de metas, ya que ignoran olímpicamente que a la ciudadanía no le importa en realidad quién se calce la banda presidencial, sino que se haga cargo de los graves problemas por los que atraviesa la República: inseguridad, inflación, desempleo, instituciones que no funcionan.
A menos de seis meses de las elecciones nacionales, ni siquiera sabemos con qué sistema vamos a votar (boletas múltiples, boleta única, voto electrónico), ya que todo es posible en medio del caos y el egoísmo que, desde la presidenta para abajo, impregnan la política argentina y sumen a la sociedad en un aplastante pesimismo y un desconcierto difícil de superar.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
25 abr 2011
LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
Cuando una figura pública se va de este mundo, todos, incluso sus adversarios en caso de ser un político, descubren su aureola de santidad. Pero si ese político se va antes de la que hubiera sido “su hora”, deviene en una especie de “mártir” al que se le rinden múltiples homenajes, muchos de los cuales consisten en bautizar o rebautizar con su nombre alguna calle, monumento o construcción.
Esto es así porque el imaginario colectivo, al no poder evaluar en toda su extensión la trayectoria del individuo desaparecido, extiende un manto de piedad sobre su vida y da por sentado que hubiera sido una persona ejemplar, comenzando entonces un proceso de “canonización” del prematuro finado.
En Argentina tenemos casos diversos que van desde personajes bailanteros (Gilda, Rodrigo) o “históricos” (la difunta Correa), hasta el mayor mito en el ámbito artístico: Carlos Gardel, por citar sólo algunos.
La inesperada muerte de Néstor Kirchner en octubre pasado lo ha transformado en una especie de mártir político al que se le deben rendir todos los honores, aunque su vida pública y privada dejó incontables dudas sobre sus méritos personales en ambos campos.
Sin embargo, desde hace seis meses no pasa un día en que alguna comuna, provincia o distrito del país bautice o rebautice con el nombre del ex presidente un rincón local (avenida, monumento, dique, cine), tal vez para no ser considerados menos “devotos” del muerto y de esta manera perder presencia o prebendas mientras gobierne su viuda. A esto debemos agregar el faraónico mausoleo que Cristina Fernández le está levantando en Río Gallegos, a fin de que su memoria compita en igualdad de condiciones con la de otros personajes de la historia universal.
En forma concomitante, desde que Argentina arribara a la democracia gracias a su “padre” Raúl Alfonsín, muchos funcionarios se han desvivido por congraciarse con el progresismo y dejar su impronta en ese sentido. Recordemos los innumerables cambios de denominaciones de calles que se han producido desde 1983 a la fecha, en particular las que rendían homenaje a algún militar “no deseado”.
Mientras la ministra Garré ha puesto su granito de arena en ese sentido en los ámbitos policial y castrense a nivel nacional, en Córdoba, el teniente general Pablo Ricchieri (1859-1936), el modernizador del ejército y creador del servicio militar obligatorio (“la colimba”) fue degradado a civil, al punto que la arteria que lo recuerda ha perdido el grado militar. De la misma forma, se eliminaron en la Docta las calles que recordaban a la Revolución Libertadora que se enfrentó al déspota y lo venció en 1955, como así también a todos aquellos que estuvieron implicados en aquella gesta heroica: Eduardo Lonardi, Pedro Aramburu y un largo etcétera.
En 2003, al comenzar su gestión, Néstor Kirchner ordenó al entonces comandante en jefe del Estado Mayor del Ejército, Roberto Bendini, descolgar del Colegio Militar de la Nación los cuadros de algunos predecesores en el cargo, que no comulgaban con su ideología: Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Para no ser menos, el entonces intendente cordobés y hoy –y como siempre- inútilmente verborrágico candidato a gobernador, Luis Juez, hizo desaparecer del palacio municipal las fotos de los intendentes “de la dictadura”.
Resulta entonces muy rebatible esa frase que puso de moda en nuestro país y en el mundo la izquierda “caviar”, y que insiste en que “a la historia la escriben los vencedores”. En Argentina, los militares derrotaron en el campo de batalla al terrorismo marxista-leninista-castrista que nos asoló por largos años, pero, una vez instalados en el gobierno gracias a la democracia, estos personajes nefastos se encargaron de re-escribir a su antojo la historia nacional.
Esto nos lleva a terminar este escrito con una anécdota sorprendente y aleccionadora. En 1948, a pocos meses de asumir como Primer Ministro de la India, el discípulo y amigo de Mohandas Gandhi, Jawaharlal Nehru, recibe la visita del embajador de la URSS.
Por aquella época, el tirano Joseph Stalin eliminaba sin piedad a la oposición política mediante confinamientos o fusilamientos (las famosas “purgas”), al punto tal que al momento de su muerte (1953) se calcula que había asesinado a unos 20 millones de compatriotas.
Al pasar por la antesala que conducía al despacho de Nehru, el diplomático ruso manifiesta su asombro al ver los retratos de todos los virreyes ingleses, que con su crueldad imperial habían marcado para siempre el destino de la India y pregunta por qué los conservaban. Con la sabiduría que sólo tienen los grandes, el indio respondió al ruso: “porque no se puede cambiar la historia descolgando los retratos de la pared”.
Sin duda, el tiempo y la historia se encargarán de poner las cosas en su lugar en Argentina y en otras latitudes y, muy especialmente, se ocuparán de ubicar en el sitio que les corresponde a los cambiadores de nombres y a los “descolgadores de cuadros”.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
15 abr 2011
ÚLTIMAS IMÁGENES DEL KIRCHNERISMO
Desde la desaparición física de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010, su viuda se quedó sin libretista, lo cual se asemeja notablemente a lo que sucedió el 1 de julio de 1974, cuando María Estela Martínez de Perón, Isabelita, debió hacer frente a la pérdida de su marido y asumir la primera magistratura del país.
Si bien Isabelita era la sucesora “natural” de Juan Domingo por ser la vicepresidenta electa, lo de Cristina Fernández se le parece en muchos aspectos. En aquellos lejanos años (1974) la sociedad vivía una situación de autoritarismo, de censura a la prensa libre, de escalada inflacionaria, de involución industrial, de desabastecimiento en todos los órdenes, de asistencialismo exagerado e intromisión del estado en el ámbito privado, de inseguridad y de terrorismo, que tiene demasiadas similitudes con esta gestión peronista.
La súbita ausencia del gran mentor de la acumulación de poder ha dejado a la presidenta, como sucedió hace 36 años, sin protagonismo, disparando al mismo tiempo la competencia feroz por “la sucesión al trono”. No obstante, sin capitán a la vista, sin timonel, sin contramaestre, el país se encuentra al garete, esperando el tsunami de las próximas elecciones que tienen sumida a la población en el desconcierto.
Cristina Fernández con su ridículo luto de seis meses es la viva imagen de la Argentina de hoy: un país sin rumbo en el que un superministro mitad al sol mitad en la sombra (De Vido) disputa los espacios políticos con un supersindicalista (Moyano), tironeando a la primera magistrada alternativamente hacia un lado y el otro del poder.
La presidenta no sabe qué debe hacer ni adónde ir. Sus parlamentos desde el atril resultan patéticos y explican sus recaídas en el tema de la salud, cada vez más frecuentes. Sus arengas ante la audiencia alquilada ya no convencen, tienen mínima fuerza y se dirigen principalmente a los grupúsculos patoteros, como “la Cámpora”, una entidad con fines poco claros, supuestamente al mando de su hijo Máximo.
La dama de negro sólo sabe repetir que hay que recordarlo a "Él", para luego caer en la apología de sí misma, insistiendo en el "modelo" que debe ser "profundizado", sin que gran parte de los argentinos sepamos a ciencia cierta cuál es el modelo ni cómo se “profundiza”.
Los aspirantes a suceder a Cristina no generan la confianza necesaria, como tampoco lo hacen sus acólitos. La fuerza de unos (sindicalistas, piqueteros) desequilibra a de otros (líderes partidarios, dirigentes barriales). En un año electoral, las políticas de estado brillan por su ausencia tanto en el oficialismo como en la oposición, mientras el caos se apodera de los distintos estamentos institucionales y los dineros públicos se despilfarran en múltiples subsidios, proyectos descabellados y compra de votos.
El kirchnerismo como fuerza política se viene a pique sin remedio. De no mediar un “rescate milagroso”, dentro de poco los argentinos seremos testigos del hundimiento de este “buque invencible” –que pensaba surcar los mares locales hasta el 2020 por lo menos– y al que, seguramente, las ratas serán las primeras en abandonar.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
8 abr 2011
REINAUGURANDO CLOACAS
REINAUGURANDO CLOACAS
La señora presidente resolvió esta vez acariciar su ego con un atril en Córdoba. Excusa: inaugurar algunas cosas -sobre todo cloacas, en lo que es especialista-, varias de ellas a la distancia. Como siempre, con público de borregos arreados por alguna dádiva, además de la repartija de decodificadores de TV digital. Demagogia en estado puro.
En la mañana del acto, el movilero de una cadena radial local entrevistó a una mujer que había pasado la noche esperando el milagroso aparatito. Muy suelta de cuerpo la cordobesa le comentó que no venía al acto, sino que, como iban a dar solamente 300 números para los decodificadores, quería estar entre los primeros. Obviamente, no habrá recibido el dispositivo hasta después del acto, si es que lo recibió.
La obsecuencia se puso en marcha y gobernador e intendente pasaron por el besamanos, además del ex gobernador a través de teleconferencia. Curiosamente, tanto Juan Schiaretti como José Manuel De la Sota fueron abucheados por una parte importante del público reunido por los punteros K, que se despachó con una intensa silbatina.
El más entusiasta de los anfitriones ha sido el intendente Daniel Giacomino, que además declaró su amor por Néstor confesando: “me enamoré de Néstor...” (sic). Si mal no recordamos fue votado por los cordobeses en su calidad de candidato radical y antikirchrnerista, aunque en tres años y medio de gestión brilla por su ausencia en el sillón municipal.
Doña Cristina, por cierto, no pudo dejar de referirse a "Él", lagrimeando y evocando con nostalgia los años 70, al tiempo que se ventilaba con un abanico negro, a tono con su riguroso y ya ridículo luto. Tal vez el sofocón era producto del exceso de vestimenta, porque la temperatura en Córdoba era muy agradable y no justificaba la pantallita. Dijo que ella viene a unir y no a dividir, pero todo lo que dijo y dice siempre provoca divisiones.
Anunciaba dinero para Córdoba como si fuera propio y lo sacara de su cartera Louis Vuitton, pero resulta que los fondos son de Córdoba, perdidos en una perversa ley de coparticipación "federal" que habrá que revisar en una próxima administración. Exceptuando Buenos Aires, las provincias de Córdoba y Santa Fe son las que más aportan a la caja central, para que desde allí la emperatriz resuelva revolear algunas monedas, de acuerdo al grado de sumisión de los funcionarios locales.
Como es habitual en los actos oficiales, la capital mediterránea estuvo paralizada desde hora temprana con cortes de calles en el antiguo y neurálgico casco céntrico, torturando al millón y medio de los habitantes que para estudiar o trabajar necesitamos circular por la ciudad. Todo ello, para garantizar la “seguridad” de la turba, que gritaba y aplaudía blandiendo trapos multicolores con infinidad de consignas, excepto banderas argentinas, como lo mostraron los paneos de la TV pública, la única autorizada para cubrir el evento.
Finalmente, con atraso y cuando todo había pasado, el gobernador Schiaretti se mostró furioso porque la silbatina provino de la Cámpora, enviada por Kristina, y porque, en un "chispazo" repentino, "recordó" lo que todos sabemos: que el dinero con que se habían reinaugurado las espectaculares cloacas de la presidenta le pertenece a Córdoba y no a la Nación.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
31 mar 2011
En su novela más famosa, Cien años de soledad, el premio Nobel Gabriel García Márquez ambienta la acción en un pueblo ficticio llamado Macondo, donde su fértil imaginación lo lleva a crear los personajes y situaciones más disparatadas, que podrían equipararse a lo que en arte (literatura y pintura) se denomina “surrealismo”.
Hugo Chávez ha convertido a su país, Venezuela, en un Macondo donde la realidad supera cualquier fantasía, valiéndose de la inmensa riqueza del petróleo nacional, que manipula como si fuera su propio patrimonio.
Contagiada por una valija llena de petrodólares venezolanos destinados a su campaña electoral, la reina K, continuando la obra de su difunto esposo, ha transformado a la Argentina en otro Macondo donde se verifican las situaciones más inverosímiles.
Tanto es así que Barack Obama sobrevoló el norte argentino sin aterrizar por estas tierras, debido al nulo interés que proporciona un país sin reglas de juego claras, ya que tanto el gobierno como la diplomacia y hasta la justicia kirchnerista simulan doblar hacia un lado, pero en realidad giran hacia el otro. El desaire del primer mandatario norteamericano fue vengado con el secuestro de un avión oficial de Estados Unidos.
Las actitudes absurdas e incoherentes de la administración argentina digitadas por el ministro De Vido, monitoreadas por el camionero Moyano, avaladas por la justicia y aceptadas por la presidente, han terminado por dividir a la oposición, decepcionar a sus propios compatriotas y aislar al país hasta de sus vecinos más cercanos.
Argentina promete investigar los atentados a las entidades judías en nuestro país, pero firma acuerdos secretos con Irán para no hacerlo, a cambio de intensificar el comercio bilateral a través del “embajador” Luis D’Elía, lo que provoca indignación con Israel que amenaza con romper relaciones con nuestro país.
Aliada y fotografiada con todos los dictadores más famosos del mundo, Fidel Castro, Muamar Kadhafi y Hugo Chávez, entre otros, la presidenta argentina no deja de hablar de democracia, libertad de prensa y derechos humanos, mientras manifiesta su admiración por los regímenes totalitarios más repudiables del planeta.
De la misma manera, el chimpancé bolivariano se pasea en este momento por aquellos países de América a los que extorsiona con el oro negro. Días atrás fue acogido jubilosamente por nuestro gobierno, que lo hizo acreedor a un premio a la “libertad de expresión”, por sus reconocidos “méritos” en ese ámbito.
El galardón, otorgado por la facultad de periodismo de la Universidad de la Plata, le fue entregado por la decana, Florencia Saintout, doctora por la FLACSO, una dudosa unidad académica que milita en la extrema izquierda y que hace honor al nombre del premio, “Rodolfo Walsh”, un sangriento terrorista de los años 70 que se hacía llamar “periodista”.
Como todo dictador que se precie, Chávez parloteó ininterrumpidamente durante por lo menos dos horas ante un auditorio alquilado y con público arreado, que agitaba trapos de todos los colores, excepto banderas argentinas o venezolanas. Y, como es de suponer, el único medio habilitado para transmitir el evento fue Canal 7, el obsecuente canal oficial.
Lo que convierte a nuestro país en otro Macondo es que el galardonado se ha dedicado desde hace un tiempo a eliminar a la oposición, persiguiendo con particular saña a los medios de prensa, como está sucediendo ahora en nuestro país. En los últimos años Chávez ha cerrado 34 radios, clausurando un canal de televisión y obligando al director del otro canal, el de mayor audiencia, a exiliarse en USA. Lo que se dice, todo un militante de la libertad de expresión.
A su vez, en Argentina, con el silencio cómplice del gobierno, el camionero millonario Hugo Moyano, que no manejó un camión en su vida y manipula todos los gremios, impidió recientemente la salida a la calle de los dos diarios nacionales de mayor tirada: Clarín y La Nación, que son manifiestamente críticos a la gestión kirchnerista.
Nuestra presidente, además, se hizo confeccionar una ley de medios a medida. Dicho instrumento, parcialmente bloqueado por la justicia, por ahora, es lisa y llanamente confiscatorio de diarios, radios, TV, y hasta de internet.
No hay duda de que Chávez y Kristina representan el paradigma universal de la “libertad de expresión” en los Macondos en los que han transformado a sus respectivos países y donde millones de compatriotas asistimos, también por ahora, impotentes a los arbitrios de dos formidables dictadores de la opinión pública.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
16 mar 2011
LA NETBOOK DE SARMIENTO
En abril del año pasado, Cristina Fernández lanzó el programa “conectar igualdad”, mediante el cual se proponía adquirir con fondos de la Anses 3 millones de computadoras a fin de ser distribuidas entre los alumnos secundarios de las escuelas públicas del país. “Me siento la Sarmiento del Bicentenario”, comentó jocosa en aquel momento la primera magistrada.
Días pasados, en una alocución ante empresarios patagónicos insistió con esta meta primordial de su gestión, ya que hoy en día ningún alumno secundario argentino puede aprender ni los palotes sino cuenta con una netbook.
Para quienes crecimos y nos educamos sin saber lo que era una computadora, hecho que seguramente incluye a la autora de la genial frase, la idea fija presidencial nos parece poco menos que un disparate.
Querer instalar la creencia de que sólo a través de una herramienta (lápiz, papel, tiza, pizarrón o, en este caso, computadoras) un maestro puede educar y un alumno aprender es fácilmente rebatible, ya que implicaría desacreditar a todos los seres que pueblan el planeta y que transitaron por las escuelas públicas antes del último cuarto del siglo 20.
En lo que hace a nuestro país, la época de oro de la educación argentina, más allá de las críticas de las que pueda ser objeto, se inicia cuando el presidente Domingo F. Sarmiento se aboca a desterrar el analfabetismo reinante con un verdadero plan de educación, financiado con fondos legítimos, que dejaría pasmado a cualquier político actual y que iniciara en su provincia natal, San Juan, cuando era gobernador.
Ese momento histórico que se extiende entre 1870 y 1945 aproximadamente (cuando se prefirieron las alpargatas a los libros), llevó al país a uno de los puestos de privilegio entre las naciones del mundo, con pensadores formados en la escuela pública de excelencia iniciada durante la presidencia de Sarmiento (1868-1874): las Escuelas Normales.
Ni los docentes ni los alumnos de aquellas instituciones conocieron las computadoras, pero sí entendieron que la educación es una cuestión de interacción entre seres humanos en la que, además de instruir, se forma a los individuos en principios y valores que los convertirán en seres útiles a la sociedad en la que están insertos y a la que volcarán luego sus conocimientos y experiencia.
Mucho más loable sería el programa de la presidenta, si se hubiera dedicado a equipar y sostener a la enorme cantidad de escuelas rurales, algunas verdaderas escuelas-rancho, que todavía subsisten en el país y en las que unos héroes silenciosos, docentes y alumnos, emprenden cada día la difícil tarea de enseñar y aprender, de educar y educarse, sin energía eléctrica, sin agua potable, sin materiales escolares, sin comunicación telefónica, y, por supuesto, sin netbooks ni wi-fi. Eso sí sería educar con “igualdad”.
Una netbook es sólo una herramienta que, de acuerdo a como se la emplee, podrá contribuir o no a la instrucción de los alumnos argentinos, aunque, como todo objeto, en algún momento se volverá obsoleto y caerá en desuso.
Pretender que sin una computadora un maestro no puede dictar clases ni un alumno aprender, es subestimar la capacidad de miles de compatriotas que se formaron y se forman en las aulas argentinas del pasado y del presente y que, muy probablemente, nunca vieron ni verán la netbook de Sarmiento.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
11 mar 2011
QUE SIGA EL BAILE
Mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 1584 firmado por la presidente en noviembre del año pasado, se establecieron los feriados que regirán en 2011 y que prácticamente abarcan a todos los meses del año salvo febrero y septiembre. A eso hay que sumarle los días no laborables que varían según diversos parámetros (las festividades de diferentes comunidades étnicas y religiosas).
Es así que, apenas empezado el ciclo lectivo, los alumnos gozan de dos minivacaciones de 4 días cada una. Con las primeras tuvieron la oportunidad de festejar al rey Momo el lunes y martes de carnaval, mientras que a través de las segundas, el 24 de marzo, aprenderán a conmemorar el “Día Nacional de la Memoria por la verdad y la justicia”. Como el día de la memoria es jueves, Cristina Fernández tuvo otra idea genial: importar los “feriados puente”, que son tradición en algunos países como España. De esta forma, el viernes 25 de marzo ha sido transformado en un día turístico, para beneficiar a ese sector de la economía, que ya goza de innumerables privilegios.
El segundo “puente turístico” tendrá lugar en una fecha insólita: el 9 de diciembre, también viernes, que sigue a una fiesta religiosa de los católicos, la Inmaculada Concepción de María, pero que también podrán festejar quienes no participan de esa confesión religiosa.
Para reivindicar el invento del nuevo “día de la soberanía” adjudicado ahora al 20 de noviembre, se cambió el nombre al 2 de abril. De ahora en adelante es el “Día del veterano y de los caídos en Malvinas”. Esa fecha de noviembre, en cambio, es un feriado “trasladable”, que en 2011 se festejará el lunes 28 de ese mes.
El 20 de junio, ex Día de la Bandera, será este año un feriado inamovible, ya que, al caer lunes, compone un conveniente fin de semana largo para homenajear, esta vez sí, “el paso a la inmortalidad del general Manuel Belgrano”. Por el contrario, el 17 de agosto (fallecimiento del general San Martín) será un feriado “trasladable”, que se celebrará el lunes 15, a fin de completar otras injustificables minivacaciones.
Eliminado para siempre por discriminatorio como "Día de la Raza" (establecido en 1917 por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen), el 12 de octubre seguirá existiendo como feriado, a fin de que tengamos un fin de semana largo en octubre, claro que ahora será trasladable y se lo conocerá como el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Este enunciado no tiene nada que ver con la gesta de Colón y el descubrimiento de América. Si se quiso suprimir lo de la "raza" por ser poco claro, podrían haberlo llamado como los españoles "día de la hispanidad", o los norteamericanos que celebran el "Columbus day".
Esta información sobre los feriados 2011, que se encuentra disponible en el sitio de internet del ministerio del interior, pone de manifiesto que el gobierno está empeñado sospechosamente en privilegiar al turismo y las industrias afines: hotelería y gastronomía. ¿Y el resto de los agentes económicos? ¿O es que en la dinámica económica nacional intervienen solamente la hotelería y el turismo?
Tanto las Pymes como las empresas de servicios, el almacenero de la esquina o cualquier cuentapropista están desesperados con estas medidas. Algunos necesitamos semanas de ocho días, y nos las imponen de cuatro o menos... Al parecer, este decreto, como todo lo que se perpetra desde la Casa Rosada, Olivos o El Calafate, tiene más que ver con cierta ideología que con los reales intereses de todos los habitantes del país, que tal vez también celebraremos en algún futuro el 27 de octubre como feriado inamovible para conmemorar el "paso a la inmortalidad" de Néstor Kirchner.
Este circo que vivimos y seguiremos viviendo, al menos hasta fin de año, y cuando los ecos del carnaval aún resuenan, nos recuerda a la inovidable milonga "Siga el baile, siga el baile", popularizada por el cantante y actor argentino Alberto Castillo, y que hace referencia, precisamente, al paso de las alegres comparsas de un carnaval interminable que, a partir de la gestión K, se ha vuelto una rutina cotidiana en Argentina.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
8 mar 2011
EL DISCURSO OFICIAL
En tiempos electorales el discurso oficial se asemeja considerablemente a la estrategia comunicacional de los gobiernos en tiempos de guerra: se trata de un parlamento triunfalista, que no admite pormenores adversos.
La estrategia del círculo más allegado a Cristina Fernández es presentarla ya mismo, y sin que medie ninguna proyección seria en ese sentido, como la ganadora absoluta en las próximas elecciones presidenciales en Argentina.
En estos casos, el discurso oficial se parece demasiado a la “historia oficial”, que ese mismo entorno se ocupa de criticar puntillosamente en administraciones anteriores. Así por ejemplo, aunque el Club de París ha rechazado de plano la oferta del ministro de economía Amado Boudou en lo que hace a plazos y montos de refinanciación de la deuda, el gobierno ha anunciado que las negociaciones con este organismo están “muy avanzadas”.
El ciudadano común debe estar atento y familiarizado con la jerga política, a fin de entender que cuando algún funcionario afirma que hay “dispersión de precios”, lo que quiere decir en realidad es que no puede negar la inflación galopante que nos afecta, y que las “milanesas para todos” son un producto del imaginario colectivo que debemos sostener “de puertas afuera”, de modo que el resto del mundo no se imagine que el país se ha caído del G-20, del FMI, del Club tal o cual, o de algún engendro parecido que nos da cierta “seguridad” hacia adentro.
Lo mismo sucede cuando el gobierno se desvive por desmentir las cifras de consultoras privadas que no coinciden con las del Indec o cuando especula con la inseguridad reinante. Los discursos políticos en este delicado tema, si no fuera por la sensibilidad que revisten, suenan francamente hilarantes, como el de la ministra actual, ex “de Defensa”, que desconoce cotidianamente los penosos y aberrantes hechos que padecen miles de compatriotas. Al no reconocer su existencia, se niega a combatirla.
En lo que hace a la próxima Feria del Libro de Buenos Aires, para cuya apertura se invitó a Mario Vargas Llosa, premiado recientemente con el Nobel de Literatura, el discurso oficial tuvo marcha y contramarcha. Lo primero fue atacarlo por “derechoso” y “autoritario”, aunque luego los asesores presidenciales consideraron que no era conveniente que una jefa de estado y presunta candidata a eternizarse en el poder se despachara con un discurso contrario a la libertad de expresión, de modo que el escritor peruano fue luego reivindicado.
La duda que queda flotando es qué pasará en los próximos meses en este “país en serio”, ya que se trata de un año electoral en el que el discurso oficial de campaña debe estar acompañado por hechos que avalen en la cotidianeidad de los argentinos que se hace lo que se promete y se promete lo que realmente se piensa.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
2 mar 2011
EL FIN DE LAS DICTADURAS
Es muy probable que el siglo XXI sea testigo del fin de muchas dictaduras en Oriente y de las que todavía perduran en Occidente, entre ellas una de las más longevas del mundo: la cubana.
A partir de la revolución que derrocó a Fulgencio Batista en 1959, Fidel Castro y su hermano Raúl se adueñaron del poder en la “perla del Caribe” y después de más de medio siglo de oprimir al pueblo cubano y de establecer el ridículo “partido único” (una contradicción en sí mismo), no lo han abandonado.
Diez años antes, en 1949, Mao Tse Tung (o Mao Zedong) proclamó la “República Popular China”, instituyendo en el extremo oriente una de las dictaduras más duras y salvajes de que se tenga noticia y cuya “Revolución Cultural” (1966-1976) constituyó un rotundo fracaso en el ámbito económico, lo que condenó a la muerte a miles de compatriotas. En este caso, dado el número de habitantes actuales de ese país y su tremendo potencial económico, la caída de esta dictadura sería una de las explosiones más esperadas (recordemos la masacre de Tiananmen), pero tal vez con las consecuencias más graves para el planeta.
Entre enero y febrero de 2011 dos dictadores del norte de África debieron abandonar sus respectivos países, después de décadas de férreos gobiernos hereditarios. Agobiados por tantos años de privaciones, injustos e inexplicables sometimientos, el persistente cercenamiento de las libertades civiles y el hastío de escuchar durante décadas las mismas voces prometiendo el bienestar que nunca llega –mientras, por contraste, los miembros de la dirigencia política incrementan astronómicamente sus respectivas fortunas– los pueblos árabes de la “media luna” islámica parecen determinados a cambiar a sangre y fuego la historia de sus países, aunque no tengan bien en claro todavía como implementarán un orden más justo y solidario en el futuro cercano. La única certeza que parece guiarlos es la convicción de que para ellos ha llegado el fin de las dictaduras, las dinastías eternizadas en el poder que se transmiten los privilegios de generación en generación, ante la mirada impotente de sus súbditos, que no ciudadanos.
En el ámbito político, el péndulo de la Historia parece estar moviéndose hacia la sana alternancia de partidos políticos y personas en la administración de los gobiernos, la división de poderes, la libertad de pensamiento y expresión y el acceso de todos los ciudadanos a la salud, la educación, la seguridad y la justicia, entre otras características del nuevo orden mundial.
Sin embargo, mientras el planeta parece ir en el sentido de la apertura de los regímenes totalitarios, en algunos lugares se verifican situaciones insólitas: las de aquellos que pretenden ir a contrapelo, como sucede en algunos países de América. Si bien Brasil, Chile y Uruguay avanzan con el reloj de la Historia, en Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia la dirigencia política parece tener una idea fija: reformar las constituciones para permitir la reelección indefinida de ciertos candidatos, con el fin de que se perpetúen en el poder.
No olvidamos el intento de Mel Zelaya en Honduras, que fuera abortado por el propio sistema constitucional, aunque ciertos políticos, incluida nuestra presidente, insisten en denominar a este hecho como un “golpe de estado”, hasta el punto de persistir en el no reconocimiento al gobierno constitucional y legítimo que lo sucedió.
Hace unos días la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que prefiere un millón de voces críticas a su gestión antes que “el silencio de las dictaduras”, dejando en claro la que será la impronta de su gobierno en este sentido: la más absoluta libertad de expresión, política propia de una estadista del nuevo siglo.
En Argentina, por el contrario, además de la persistente censura y persecución a la prensa libre, algunos diputados “ultra k”, como Diana Conti, han tirado al ruedo el tema de la reforma constitucional, con el fin de que Cristina se quede al timón del país hasta el 2020, como habían planeado con su difunto esposo.
En esta gestión de gobierno, el reloj de la Historia no sólo es anacrónico o extemporáneo sino que atrasa en forma alarmante. Es imperativo que en este año electoral, la ciudadanía le recuerde a la señora presidente que para nuestro país también ha llegado, desde hoy y para siempre, el fin de las dictaduras.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
21 feb 2011
UN ELEFANTE EN UN BAZAR
Hace casi medio siglo se fundó en Buenos Aires el Instituto de Servicio Exterior de la Nación (ISEN), cuya función es formar y capacitar a los diplomáticos argentinos para cumplir la delicada tarea de representar al país en el exterior. Ellos le llaman "la escuelita" y para ingresar es obligatorio un título universitario y dos idiomas. Los cursos del instituto duran dos años. De allí egresan con el "grado" de agregados, y como tales se deben desempeñar dos años más en Buenos Aires. Finalizado ese período pueden salir al exterior con el nivel de secretarios (¿de tercera?). En definitiva, profesionales universitarios que tuvieron cuatro años de instrucción para pretender su primera salida al exterior.
Como en otras partes, no todos los embajadores argentinos son de carrera. La ley de servicio exterior contempla en su artículo 5 la posibilidad de nombrar embajadores políticos con un límite en el número, aunque nadie ha abusado más de ese artículo que este gobierno. Tanto el canciller como aquellos embajadores destinados a ciertas capitales del mundo, son generalmente designados directamente por el poder ejecutivo nacional, sin haber pisado el Isen, ya que se trata en su mayoría de “premios” o “favores” por ciertos servicios prestados.
En los últimos años, los diplomáticos argentinos han dejado mucho que desear. Jorge Taiana, ex canciller, fue un militante montonero acusado de haber puesto una bomba en un bar, hecho en el que murieron dos personas.
Carlos Bettini, ex embajador en España, revistó también en la organización montoneros con el nombre de guerra “soldado Emilio”, matando por la espalda al capitán Jorge Bigliardi, que era su amigo y estaba armado con unas cajas de ravioles y un pequeño hijo de la mano.
El ex embajador menemista ante la Santa Sede y actual senador por el partido de Silvio Berlusconi, Esteban Caselli, ha sido acusado recientemente de haber adulterado boletas para acceder a su banca en la cámara alta italiana. La justicia de ese país lo investiga por presunto fraude electoral.
Tal vez el caso más resonante de los últimos meses ha sido la “embajada paralela” en Venezuela, denunciada por el ex embajador -de carrera- Eduardo Sadous. Según el diplomático, el ministro de planificación argentino Julio De Vido capitaneaba las relaciones directas con el gobierno de Caracas, en las que imperaba el pago de altas coimas para comerciar con el país caribeño.
Durante la presidencia de Néstor Kirchner, la embajada argentina en México fue ocupada por Jorge Yoma, ex cuñado de Carlos Menem, quien no dejó un recuerdo afortunado de su paso por esa sede. A Yoma le sucedió Patricia Vaca Narvaja, actual embajadora en la capital azteca, a quien se la premió por su esforzada labor, en diversos ámbitos, en beneficio del matrimonio Kirchner.
Sin embargo, el que se lleva todos los aplausos es el actual titular del Palacio San Martín, Héctor Timerman. Fanático de los nuevos sistemas de comunicación, el canciller pasa parte de sus días comunicándose con su audiencia virtual vía “twitter”, mientras desafía, cual espadachín de película, a quien ose cuestionar su forma de entender las relaciones exteriores. Las torpezas del canciller, que se mueve como un elefante en un bazar, han sido objeto de frecuentes artículos periodísticos en medios nacionales y extranjeros. El caso del avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos –que hoy es objeto de cierta preocupación para el país del norte- es sólo uno de ellos.
Mientras Brasil, Chile y Uruguay se preparan para el futuro, habiendo comprendido lo que son las relaciones con los demás países del orbe, Argentina se encierra en su “dorado aislamiento”, en una posición intolerante y anacrónica, con decenas de elefantes (con perdón de los animales) tratando asuntos de extrema delicadeza, lo que revela el desconocimiento y la impronta egoísta y malintencionada de la gestión K que, irremediablemente, resultarán nefastos para la inconsulta ciudadanía argentina.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
15 feb 2011
PRESIDENTE DE LA MATANZA
Los candidatos a presidente de la Argentina –y también a gobernador de la provincia de Buenos Aires- tienen desde hace unos años una idea fija: asegurarse el distrito de La Matanza.
Ubicado en el conurbano bonaerense, La Matanza se ha constituido en el partido más extenso y más poblado de la provincia de Buenos Aires. Según el propio sitio web, tiene una extensión de 325 kilómetros cuadrados y una población que supera el millón y medio de habitantes. Aunque increíblemente ningún censo ha podido establecer con certeza ese dato, es suficiente para que pueda competir por la segunda ciudad del país con Córdoba y Rosario.
Su importancia radica en el hecho de que este municipio es el que define las elecciones presidenciales. De esta forma, quienes aspiran a la primera magistratura del país, pero también quienes ya están en el poder, se desviven por ganarse el favor de los matanceros, una inmensa población de asalariados –muchos desocupados-, habitantes de comunidades con precaria infraestructura urbana, escasos y deficientes servicios y altos índices de inseguridad.
Políticos de toda laya coquetean permanentemente con los habitantes de este municipio, a quienes hacen objeto de sus dádivas (electrodomésticos, planes sociales, y todo tipo de prebendas y privilegios) a cambio de obtener sus favores en los años electorales y su presencia en los actos políticos.
Cuando un ciudadano argentino asume el cargo y jura ser el presidente “de todos los argentinos”, lo que está queriendo decir en realidad es que su prioridad será la de tener contentos a los habitantes de este distrito electoral; si hay tiempo y recursos sobrantes serán destinados al resto de los argentinos. El presidente argentino es, en realidad y en primer lugar, el presidente de La Matanza.
Esto explica por qué no hay niños muertos por desnutrición en La Matanza y en cambio sí los hay en Chaco o Jujuy. El mercado central, donde se aplican las políticas económicas de las administraciones de turno, y muy especialmente de la gestión K, está situado en La Matanza y a miles de kilómetros del resto de los argentinos necesitados, ya que los pobres de las provincias son irrelevantes a los fines proselitistas.
Desde el retorno a la democracia en 1983, los sucesivos presidentes argentinos se han dedicado a favorecer a sus provincias de origen (La Rioja, Santa Cruz) o bien al distrito que les ha asegurado el triunfo y la consecuente “estabilidad” de sus gestiones: La Matanza.
La génesis de esta situación debemos buscarla en la reforma constitucional de 1994, perpetrada entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem. La sabia Constitución de 1853/60 ordenaba una elección indirecta, con lo cual un voto de La Matanza tenía el mismo valor que uno de Formosa. Hoy el conurbano bonaerense decide quién gobernara a los argentinos, desde la Quiaca hasta Ushuaia.
En este año electoral, es conveniente recordarles a los candidatos a presidente que nuestra Carta Magna establece para la Argentina la forma de gobierno republicana representativa y federal, y que los provincianos estamos esperando que el Federalismo deje de ser una utópica declamación de atril y se convierta, de una vez y para siempre, en la realidad en la que todos los argentinos queremos vivir.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz
10 feb 2011
LA VERDAD DE LA MILANESA
Ya no fue el inefable motoquero ministro de economía, sino la mismísima presidente de la Nación quien, inaugurando alguna cosa por segunda o tercera vez, no importa, declaró que no hay inflación en Argentina. Recurrió al mismo eufemismo que el ministro diciendo que hay “dispersión de precios”. Por supuesto que la culpa de esta “dispersión” la tienen los industriales, los comerciantes y hasta el carrero que pasa cartoneando por aquí, pero jamás el gobierno.
En el mismo atril, como acostumbra, hizo un anuncio "explosivo": “la milanesa para todos”.
Eso sí, hay que llegarse hasta el mercado central, en el partido de La Matanza en la provincia de Buenos Aires, como hace Mercedes Marcó del Pont, presidente del Banco Central y amiga del ministro Boudou, que allí consigue paltas a un peso, alimento esencial en la dieta de los argentinos. La "milanesa social" estará desde el sábado a 21 pesos el kilo, milagro K, ya que el kilo de los distintos cortes aptos para rebozar, bola de lomo y cuadrada, supera los 40 pesos en cualquier carnicería del país. ¿No serán milanesas de osobuco?
Lamentablemente, los seis niños salteños que murieron por desnutrición en los últimos días no llegaron a aprovechar semejante regalo, aunque, inexplicablemente, tampoco aprovecharon el kilo de merluza a 12 pesos que rige desde hace tiempo, con lo que hubieran salvado la vida y el honor de la gestión K, y que se suma al fútbol para todos, a la televisión para todos, y a los cacareados “planes canje”, ya sea de electrodomésticos, de zapatillas o de bicicletas... que duraron un suspiro y alcanzaron solamente a unos pocos privilegiados.
Cristina Fernández padece de una seria enfermedad: hacer cotidianos anuncios rimbombantes, que quedan ahí nomás en la nada. Tal el caso de Tartagal. Un alud la destruyó hace unos años, mientras ella se encontraba de viaje en el exterior. Fue la primera y única vez que vimos a la primera magistrada meter los pies en el barro y dejar que la lluvia le arruinara el peinado. En ese momento prometió un colosal plan de viviendas -600 si no recordamos mal-, de las cuales sólo se concretaron diez. Del dinero supuestamente enviado por la Nación para tal fin, ni noticias.
La verdad de la milanesa es que en “el granero del mundo” que ya no puede ser visto como “el país de las vacas” (por expreso pedido de CFK a los jeques árabes, y gracias a las erradas políticas de su gestión para el sector agropecuario), los argentinos hacemos malabarismos para alimentarnos día a día y no morir en el intento.
La verdad de la milanesa es que los argentinos tenemos que estirar tanto nuestros magros ingresos, que muy probablemente terminemos comiendo milanesas de soja o de alfalfa, aunque nunca hayamos imaginado que podíamos incluir estos “manjares” en nuestra dieta cotidiana.
Lo que no nos ha dicho la presidenta es cómo hacemos los millones de compatriotas que no vivimos en Buenos Aires para acceder a los increíbles precios del mercado central ubicado en La Matanza. Esperamos que en los próximos días anuncie el “boleto social” en el tren bala, a fin de aprovechar las maravillosas ofertas para esta vida de ensueño que experimentamos hoy y la que nos aguarda si resulta reelecta.
Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz